Miércoles 3 de Marzo de 2021
LITURGIA DE LAS HORAS CORRESPONDIENTE AL
MIÉRCOLES SEMANA II DEL SALTERIO
LECTIO DIVINA correspondiente al Miércoles de la segunda semana de
cuaresma
LECTIO
Primera lectura: Jeremías
18,18-20
18 Los enemigos del profeta
dijeron: "Vamos a urdir un plan contra Jeremías, porque no nos faltará la
ley del sacerdote, ni el consejo del sabio ni la palabra del profeta.
Hablemos mal de él; no prestemos atención a ninguna de sus palabras".
19 ¡Hazme caso tú, Señor,
escucha lo que dicen mis adversarios!
20 ¿Acaso se devuelve mal por
bien? Pues ellos han cavado una fosa para mí. Recuerda cómo estuve ante ti,
intercediendo en su favor, para alejar de ellos tu ira.
**• El versículo introductorio (v. 18) enmarca históricamente el presente
fragmento: de nuevo Jeremías es amenazado de muerte (cf. Jr 1 l,18s). El
complot es ahora más grave que el precedente, porque lo han urdido los
mismos guías espirituales del pueblo que pretenden acallar al profeta que
les resulta incómodo. Esta situación aclara la dura invocación de venganza
-según la ley veterotestamentaria del talión- que brota de los labios del
profeta, aunque la liturgia de hoy omite estos versículos.
La perícopa presente pretende llevar la atención del lector en otra
dirección con vistas a preparar el relato evangélico. El profeta es del
Siervo doliente (cf. Is 53,8-10) y padece persecución por la fidelidad a su
vocación, por el amor a su pueblo, a favor del cual él -nuevo Moisés- se ha
atrevido a interceder a pesar de la prohibición del Señor (cf. 11,14; 14,11;
15,1). Su confesión es un abandonarse confiadamente en Dios, del único que
espera la salvación. Lo que Jeremías ha hecho "en favor" del pueblo
elegido y lo que formula en su oración se realizará plenamente en el
verdadero Siervo doliente, en Jesús.
Los jefes lo ejecutarán efectivamente. Y en ese momento Jesús no sólo no
pedirá venganza, sino que impetrará el perdón, ofreciendo libremente la vida
"en favor" de los que le crucificaron.
Evangelio: Mateo 20,17-28
17 Cuando Jesús subía a
Jerusalén, tomó consigo a los doce discípulos aparte y les dijo por el
camino:
18 - Mirad, estamos subiendo a
Jerusalén. Allí el Hijo del hombre va a ser entregado a los jefes de los
sacerdotes y maestros de la Ley, que lo condenarán a muerte
19 y lo entregarán a los
paganos, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen, pero al
tercer día resucitará.
20 Entonces, la madre de los
Zebedeos se acercó a Jesús con sus hijos y se arrodilló para pedirle
un favor.
21 Él le preguntó: - ¿Qué
quieres? Ella contestó: - Manda que estos dos hijos míos se sienten uno
a tu derecha y otro a tu izquierda cuando tú reines.
22 Jesús respondió: - No sabéis
lo que pedís. ¿Podéis beber la copa de amargura que yo he de beber? Ellos
dijeron: - Sí, podemos.
23 Jesús les respondió: -
Beberéis mi copa, pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a
mí concederlo, sino que es para quienes lo ha reservado mi Padre.
24 Al oír esto, los otros diez
se indignaron contra los dos hermanos.
25 Pero Jesús los llamó y les
dijo:- Sabéis que los jefes de las naciones las gobiernan tiránicamente que
los magnates las oprimen.
26 No ha de ser así entre
vosotros. El que quiera ser importante entre vosotros, sea vuestro servidor,
27 y el que quiera ser el
primero, sea vuestro esclavo,
28 de la misma manera que el
Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en
rescate por todos.
**• Jesús, de peregrinación a Jerusalén, sube a la ciudad santa
perfectamente consciente del final de su camino humano y por tercer vez
predice a sus discípulos la pasión. Y lo hace del modo más explícito y
desconcertante para la mentalidad de los contemporáneos: no sólo se
identifica con el Hijo del hombre, figura celeste y gloriosa esperada para
inaugurar el Reino escatológico de Dios, sino que, con audacia y autoridad,
funde este personaje con otra figura bíblica de signo aparentemente opuesto,
la del Siervo doliente (vv. 18-19.28).
Los discípulos no estaban preparados para comprenderlo. Prefieren abrigar
-para el Maestro y para sí mismos- perspectivas de éxito y poder (vv.
20-23). Y Jesús les explica el sentido de su misión y del seguimiento: ha
venido a "beber la copa" (v. 22), término que en el lenguaje
profético indica el castigo divino reservado a los pecadores. Quien desee
los puestos más importantes en el Reino debe, como él, estar dispuesto a
expiar el pecado del mundo. Éste es el único "privilegio" que él puede
conceder. No le incumbe establecer quién debe sentarse a su derecha o a su
izquierda (v. 23). Él es el Hijo de Dios, pero no ha venido a dominar, sino
a servir, como Siervo de YHWH, ofreciendo la vida como rescate (ilytron),
para que todos los hombres esclavos del pecado y sometidos a la muerte
sean liberados.
MEDITATIO
En la Palabra de Dios que hemos escuchado aparecen dos mentalidades opuestas
y que suscitan una pregunta fundamental: ¿qué sentido tiene la vida? ¿Vale
la pena vivirla?
El mundo nos sugiere: adquiere fama, busca alcanzar el poder, usa tu
capacidad para demostrar que eres...
Por el contrario, el profeta, hombre de Dios, y Jesús, el Hijo predilecto
del Padre, nos brindan el ejemplo de una existencia gastada en el
servicio, por amor. Este servicio logra su plenitud cuando se convierte
en ofrenda total de la vida: el otro se convierte de este modo en algo más
importante que nosotros mismos, tiene la primacía. En el fondo, se requiere
una actitud de humildad, virtud que autentifica cualquier gesto de amor y lo
libera de equívocos o de buscar segundas intenciones.
Éste es el camino emprendido por el profeta. Pero sólo recorriéndolo es como
ha aprendido a conocer lo que realmente significa. De ahí su grito de
lamentación al Señor: "¿Por qué, después de haber hecho el bien, me pagan
con males?"
La tentación de desconfianza se clava en lo íntimo del corazón. Sólo Jesús
puede dar fuerza para hacer el bien incondicionalmente: "El Hijo del
hombre va a ser entregado... para que se burlen de él, lo azoten v lo
crucifiquen, pero al tercer día resucitará" (Mi 20,18s). El bien no cae
en el vacío, sino que dará fruto a su debido tiempo, un tiempo que es vida
eterna, gozo sin fin para todos.
ORATTO
Gracias, Señor Jesús, por la dulce firmeza con que nos llevas de la mano por
el camino de la cruz. Gracias por la paciente benevolencia en repetirnos
hasta la saciedad que la verdadera realeza se obtiene sirviendo, dando la
vida por amigos y enemigos. Gracias, Señor Jesús: tú, el más bello de los
hijos de los hombres, has permitido ser desfigurado hasta no tener
apariencia ni belleza que atrajese nuestras miradas desagradecidas.
Gracias, Señor Jesús, por la humilde fortaleza de tu silencio cuando todos
provocamos tu condena a muerte con nuestras indiferencias, rebeliones y
pecados.
Gracias por tu perdón espléndido, que brotó precisamente en el leño de tu
atroz suplicio. Gracias, Señor Jesús, porque siempre estás con nosotros con
tu preciosa sangre.
CONTEMPLATIO
Hijo, habla así en cualquier cosa: Señor, si te agradare, hágase esto así.
Señor, si es honra tuya, hágase esto en tu nombre.
Señor, si vieres que me conviene y hallares serme provechoso, concédemelo,
para que use de ello a honra tuya. Mas si conocieres que me sería dañoso y
nada provechoso a la salvación de mi alma, desvía de mí tal deseo.
Porque no todo deseo procede del Espíritu Santo, aunque parezca justo y
bueno al hombre.
Dificultoso es juzgar si te incita buen espíritu o malo a desear esto o
aquello, o si te mueve tu propio espíritu.
Muchos que al principio parecían ser movidos por buen espíritu se hallan
engañados al fin
Por eso, sin verdadero temor de Dios y humildad de corazón, no debes desear
pedir cosa que al pensamiento se te ofreciere digna de desear, y
especialmente con entera renunciación lo remites todo a mí y me puedes
decir: ¡Oh Señor! ¡Tú sabes lo mejor, haz que se haga esto o aquello como te
agradare!
Dame lo que quisieres, y cuanto quisieres y cuando quisieres. Haz conmigo
como sabes, y como más te pluguiere, y fuere mayor honra tuya (Imitación
de Cristo, III, 15,1-2).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
"En tus manos encomiendo mi
espíritu"
(Sal 30,6).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
La ley de Cristo sólo puede vivirse por corazones mansos y humildes.
Cualquiera que sean sus dones personales y su puesto en la sociedad, sus
funciones o sus bienes, su clase o su raza, los cristianos permanecen como
personas humildes: pequeños.
Pequeños ante Dios,
porque son creados por él y de él dependen. Cualquiera que sea el
camino de la vida o de sus bienes, Dios está en el origen y fin de toda
cosa. Mansos como niños y débiles y amantes, cercanos al Padre fuerte y
amante. Pequeños porque están ante Dios, porque saben pocas cosas, porque
son limitados en conocimiento y amor, porque son capaces de muy poco. No
discuten la voluntad de Dios en los acontecimientos que suceden ni lo que
Cristo ha mandado hacer: en tales acontecimientos, sólo cumplen la voluntad
de Dios.
Pequeños ante los hombres.
Pequeños, no importantes, no superhombres: sin privilegios, sin
derechos, sin posesiones, sin superioridad. Mansos, porque son tiernamente
respetuosos con lo creado por Dios y está maltratado o lesionado por la
violencia. Mansos, porque ellos mismos son víctimas del mal y están
contaminados por el mal. Todos tienen la vocación de perdonados, no de
inocentes. El cristiano es lanzado a la lucha. No tiene privilegios. No
tiene derechos. Tiene el deber de luchar contra la desdicha, consecuencia
del mal. Por esta razón, sólo dispone de un arma: su fe. Fe que debe
proclamar, fe que transforma el mal en bien, si sabe acoger el sufrimiento
como energía de salvación para el mundo; si morir para él es dar la vida; si
hace suyo el dolor de los demás. En el tiempo, por su palabra y sus
acciones, a través de su sufrimiento y su muerte, trabaja como Cristo, con
Cristo, por Cristo (M. Delbrél, La alegría de creer, Santander 1997).
LAUDES
V.
Dios mío, ven en mi auxilio.
R.
Señor, date
prisa en socorrerme.
Ant.
Entremos a la presencia del Señor, dándole gracias.
Venid,
aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Ant.
Entremos a la presencia del Señor, dándole gracias.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Ant.
Entremos a la presencia del Señor, dándole gracias.
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ant.
Entremos a la presencia del Señor, dándole gracias.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
Ant.
Entremos a la presencia del Señor, dándole gracias.
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»
Ant.
Entremos a la presencia del Señor, dándole gracias.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
HIMNO
Estáte, Señor, conmigo
siempre, sin jamás partirte,
y, cuando decidas irte,
llévame, Señor, contigo;
porque el pensar que te irás
me causa un terrible miedo
de si yo sin ti me quedo,
de si tú sin mí te vas.
Llévame en tu compañía,
donde tú vayas, Jesús,
porque bien sé que eres tú
la vida del alma mía;
si tú vida no me das,
yo sé que vivir no puedo,
ni si yo sin ti me quedo,
ni si tú sin mí te vas.
Por eso, más que a la muerte,
temo, Señor, tu partida
y quiero perder la vida
mil veces más que perderte;
pues la inmortal que tú das
sé que alcanzada no puedo
cuando yo sin ti me quedo,
cuando tú sin mí te vas. Amén.
SALMODIA
Ant. 1.
Dios mío, tus caminos son santos: ¿qué dios es tan grande como nuestro Dios?
Salmo 76 Recuerdo del pasado glorioso de Israel
Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan (2Co 4,8)
Alzo mi voz a Dios gritando,
alzo mi voz a Dios para que me oiga.
En mi angustia te busco, Señor mío;
de noche extiendo las manos sin descanso,
y mi alma rehúsa el consuelo.
Cuando me acuerdo de Dios, gimo,
y meditando me siento desfallecer.
Sujetas los párpados de mis ojos,
y la agitación no me deja hablar.
Repaso los días antiguos,
recuerdo los años remotos;
de noche lo pienso en mis adentros,
y meditándolo me pregunto:
«¿Es que el Señor nos rechaza para siempre
y ya no volverá a favorecernos?
¿ Se ha agotado ya su misericordia,
se ha terminado para siempre su promesa?
¿Es que Dios se ha olvidado de su bondad,
o la cólera cierra sus entrañas?»
Y me digo: «¡Qué pena la mía!
¡Se ha cambiado la diestra, del Altísimo!»
Recuerdo las proezas del Señor;
sí, recuerdo tus antiguos portentos,
medito todas tus obras
y considero tus hazañas.
Dios mío, tus caminos son santos:
¿qué dios es grande como nuestro Dios?
Tú, oh Dios, haciendo maravillas,
mostraste tu poder a los pueblos;
con tu brazo rescataste a tu pueblo,
a los hijos de Jacob y de José.
Te vio el mar, oh Dios,
te vio el mar y tembló,
las olas se estremecieron.
Las nubes descargaban sus aguas,
retumbaban los nubarrones,
tus saetas zigzagueaban.
Rodaba el estruendo de tu trueno,
los relámpagos deslumbraban el orbe,
la tierra retembló estremecida.
Tú te abriste camino por las aguas,
un vado por las aguas caudalosas,
y no quedaba rastro de tus huellas:
mientras guiabas a tu pueblo, como a un rebaño,
por la mano de Moisés y de Aarón.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dios mío, tus caminos son santos: ¿qué dios es tan grande como nuestro Dios?
Ant. 2. Mi corazón se regocija por el Señor, que
humilla y enaltece.
Cántico 1S 2, 1-10 Alegría de los humildes en Dios
Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes; a los
hambrientos los colma de bienes (Lc 1, 52-53)
Mi corazón se regocija por el Señor,
mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación.
No hay santo como el Señor,
no hay roca como nuestro Dios.
No multipliquéis discursos altivos,
no echéis por la boca arrogancias,
porque el Señor es un Dios que sabe;
él es quien pesa las acciones.
Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía.
El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece.
Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria;
pues del Señor son los pilares de la tierra,
y sobre ellos afianzó el orbe.
Él guarda los pasos de sus amigos,
mientras los malvados perecen en las tinieblas,
porque el hombre no triunfa por su fuerza.
El Señor desbarata a sus contrarios,
el Altísimo truena desde el cielo,
el Señor juzga hasta el confín de la tierra.
Él da fuerza a su Rey,
exalta el poder de su Ungido.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Mi corazón se regocija por el Señor, que humilla y enaltece.
Ant. 3.
El Señor reina, la tierra goza.†
Salmo 96 Gloria del Señor, rey de justicia
Este salmo canta la salvación del mundo y la conversión de todos los pueblos
(S. Atanasio)
El Señor reina, la tierra goza,
†
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono.
Delante de él avanza fuego,
abrasando en torno a los enemigos;
sus relámpagos deslumbran el orbe,
y, viéndolos, la tierra se estremece.
Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria.
Los que adoran estatuas se sonrojan,
los que ponen su orgullo en los ídolos;
ante él se postran todos los dioses.
Lo oye Sión, y se alegra,
se regocijan las ciudades de Judá
por tus sentencias, Señor;
porque tú eres, Señor,
altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses.
El Señor ama al que aborrece el mal,
protege la vida de sus fieles
y los libra de los malvados.
Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor reina, la tierra goza.
LECTURA BREVE
Rm 8, 35.37
¿Quién
podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la
persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada? En todo
esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado.
RESPONSORIO BREVE
R.
Bendigo al Señor
*
En todo momento.
Bendigo al Señor en todo momento.
V.
Su alabanza está siempre en mi boca.
*
En todo momento.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Bendigo al Señor en todo momento.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
Sirvamos con santidad al Señor, todos nuestros días.
Benedictus Lc 1, 68-79
El
Mesías y su Precursor
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño,te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ilumina, Señor, a los que viven en
tinieblas y en sombra de muerte.
PRECES
Oremos al Señor Jesucristo, que prometió estar con su Iglesia todos los
días, hasta el fin del mundo, y digámosle confiados:
Quédate con nosotros, Señor.
Quédate con nosotros, Señor, durante todo el día;
–que
el sol de tu gracia nunca decline en nuestras vidas.
Te consagramos este día como oblación agradable a tus ojos,
–y
proponemos no hacer ni aprobar nada defectuoso.
Que en todas nuestras palabras y acciones seamos hoy luz del mundo y sal de
la tierra
–para
cuantos nos contemplen.
Que la gracia del Espíritu Santo habite en nuestros corazones y
resplandezca en nuestras obras,
–para
que así permanezcamos en tu amor y en tu alabanza.
Terminemos nuestra oración diciendo juntos las palabras del Señor y pidiendo
al Padre que nos libre de todo mal:
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
ORACIÓN
Envía, Señor, a nuestros corazones la abundancia de tu luz, para que,
avanzando siempre por el camino de tus mandatos, nos veamos libres de todo
error. Por nuestro Señor Jesucristo.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
HORA INTERMEDIA
TERCIA, SEXTA, NONA
V.
Dios mío, ven en mi auxilio.
R.
Señor, date
prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Aleluya.
HIMNO
Te está cantando el martillo,
y rueda en tu honor la rueda.
Puede que la luz no pueda
librar del humo su brillo.
¡Qué sudoroso y sencillo
te pones a mediodía,
Dios en la dura porfía
de estar sin pausa creando,
y verte necesitando
del hombre más cada día!
Quien diga que Dios ha muerto
que salga a la luz y vea
si el mundo es o no tarea
de un Dios que sigue despierto.
Ya no es su sitio el desierto
ni en la montaña se esconde;
decid, si preguntan dónde,
que Dios está –sin
mortaja–
en donde un hombre trabaja
y un corazón le responde. Amén.
SALMODIA
Ant. 1.
He examinado mi camino, para enderezar mis pies a tus preceptos.
Salmo 118, 57-64 VIII (Heth)
Mi porción es el Señor;
he resuelto guardar tus palabras;
de todo corazón busco tu favor:
ten piedad de mí, según tu promesa;
he examinado mi camino,
para enderezar mis pies a tus preceptos.
Con diligencia, sin tardanza,
observo tus mandatos;
los lazos de los malvados me envuelven,
pero no olvido tu voluntad;
a media noche me levanto para darte gracias
por tus justos mandamientos.
Me junto con tus fieles,
que guardan tus decretos;
Señor, de tu bondad está llena la tierra;
enséñame tus leyes.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
He examinado mi camino, para enderezar mis pies a tus preceptos.
Ant. 2.
Me asaltan el temor y el terror; hazme caso y respóndeme, Señor.
Salmo 54, 2-15. 17-24 Oración ante la traición de un amigo.
Jesús empezó a sentir terror y angustia (Mc 14, 33)
I
Dios mío, escucha mi oración,
no te cierres a mi súplica;
hazme caso y respóndeme,
me agitan mis ansiedades.
Me turba la voz del enemigo,
los gritos del malvado:
descargan sobre mí calamidades
y me atacan con furia.
Se me retuercen dentro las entrañas,
me sobrecoge un pavor mortal,
me asalta el temor y el terror,
me cubre el espanto,
y pienso: «¡Quién me diera alas de paloma
para volar y posarme!
Emigraría lejos,
habitaría en el desierto,
me pondría en seguida a salvo de la tormenta,
del huracán que devora, Señor;
del torrente de sus lenguas.»
Violencia y discordia veo en la ciudad:
día y noche hacen la ronda
sobre sus murallas;
en su recinto, crimen e injusticia;
dentro de ella, calamidades;
no se apartan de su plaza
la crueldad y el engaño.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Me asalta el temor y el terror; hazme caso y respóndeme, Señor.
Ant. 3.
Yo invoco a Dios, y el Señor me salva.
II
Si mi enemigo me injuriase,
lo aguantaría;
si mi adversario se alzase contra mí,
me escondería de él;
pero eres tú, mi compañero,
mi amigo y confidente,
a quien me unía una dulce intimidad:
juntos íbamos entre el bullicio
por la casa de Dios.
Pero yo invoco a Dios,
y el Señor me salva:
por la tarde, en la mañana, al mediodía,
me quejo gimiendo.
Dios escucha mi voz:
su paz rescata mi alma
de la guerra que me hacen,
porque son muchos contra mí.
Dios me escucha, los humilla
el que reina desde siempre,
porque no quieren enmendarse
ni temen a Dios.
Levantan la mano contra su aliado,
violando los pactos;
su boca es más blanda que la manteca,
pero desean la guerra;
sus palabras son más suaves que el aceite,
pero son puñales.
Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará;
no permitirá jamás
que el justo caiga.
Tú, Dios mío, los harás bajar a ellos
a la fosa profunda,
Los traidores y sanguinarios
no cumplirán ni la mitad de sus años.
Pero yo confío en ti.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Yo invoco a Dios, y el Señor me salva.
TERCIA
LECTURA BREVE
Dt
1, 16-47a
Di a vuestros jueces las siguientes normas: «Escuchad y resolved según
justicia los pleitos de vuestros hermanos, entre sí o con emigrantes. No
seáis parciales en la sentencia, oíd por igual a pequeños y grandes; no os
dejéis intimidar por nadie, que la sentencia es de Dios.»
V.
El Señor es justo y ama la justicia.
R.
Los buenos verán su rostro.
ORACIÓN
Señor, Padre santo, Dios fiel, que enviaste el Espíritu Santo prometido,
para que congregara a los hombres que el pecado había disgregado, ayúdanos a
ser, en medio del mundo, fermento de unidad y de paz. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
SEXTA
LECTURA BREVE
Is 55,8-9
Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos
–oráculo
del Señor–.
Como el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que los
vuestros, mis planes, que vuestros planes.
V.
Señor de los ejércitos, ¿quién como tú?
R.
El poder y la fidelidad te rodean.
ORACIÓN
Dios todopoderoso y lleno de amor, que, a la mitad de nuestra jornada,
concedes un descanso a nuestra fatiga, contempla complacido el trabajo que
hoy hemos empezado, remedia nuestras deficiencias y haz que nuestras obras
te sean agradables. Por Jesucristo, nuestro Señor.
NONA
LECTURA BREVE
1S 16, 7b
Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón.
V.
Señor, sondéame y conoce mi corazón.
R.
Guíame por el camino eterno.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, que, por la salvación de los hombres, extendiste tus
brazos en la cruz, haz que todas nuestras acciones te sean agradables y
sirvan para manifestar al mundo tu redención. Tú que vives y reinas por los
siglos de los siglos.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
V.
Dios mío, ven en mi auxilio.
R.
Señor, date
prisa en socorrerme.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Aleluya.
HIMNO
Padre: has de oír
este decir
que se me abre en los labios como flor.
Te llamaré
Padre, porque
la palabra me sabe a más amor.
Tuyo me sé,
pues me miré
en mi carne prendido tu fulgor.
Me has de ayudar
a caminar,
sin deshojar mi rosa de esplendor.
Por cuanto soy
gracias te doy:
por el puro milagro de vivir.
y por el ver
la tarde arder,
por el encantamiento de existir.
Y para ir,
Padre, hacia ti,
dame tu mano suave y tu amistad.
Pues te diré:
solo no sé
ir rectamente hacia tu claridad.
Tras el vivir,
dame el dormir
con los que aquí anudaste a mi querer.
Dame, Señor,
hondo soñar.
¡Hogar dentro de ti nos has de hacer! Amén.
SALMODIA
Ant. 1.
Aguardamos la alegre esperanza, la aparición gloriosa de nuestro Salvador.
Salmo 61 La paz en Dios
Que el Dios de la esperanza colme vuestra fe de paz (Rm 15, 13)
Sólo en Dios descansa mi alma,
porque de él viene mi salvación;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.
¿Hasta cuándo arremeteréis contra un hombre
todos juntos, para derribarlo
como a una pared que cede
o a una tapia ruinosa?
Sólo piensan en derribarme de mi altura,
y se complacen en la mentira:
con la boca bendicen,
con el corazón maldicen.
Descansa sólo en Dios, alma mía,
porque él es mi esperanza;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.
De Dios viene mi salvación y mi gloria,
él es mi roca firme,
Dios es mi refugio.
Pueblo suyo, confiad en él,
desahogad ante él vuestro corazón,
que Dios es nuestro refugio.
Los hombres no son más que un soplo,
los nobles son apariencia:
todos juntos en la balanza subirían
más leves que un soplo.
No confiéis en la opresión,
no pongáis ilusiones en el robo;
y aunque crezcan vuestras riquezas,
no les deis el corazón.
Dios ha dicho una cosa,
y dos cosas que he escuchado:
«Que Dios tiene el poder
y el Señor tiene la gracia;
que tú pagas a cada uno
según sus obras.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Aguardamos la alegre esperanza, la aparición gloriosa de nuestro Salvador.
Ant. 2.
Que Dios ilumine su rostro sobre nosotros y nos bendiga.
Salmo 66 Que todos los pueblos alaben al Señor
Sabed que la salvación de Dios se envía a los gentiles (Hch 28, 28)
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia;
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman,
hasta los confines del orbe.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Que Dios ilumine su rostro sobre nosotros y nos bendiga.
Ant. 3.
Por medio de él fueron creadas todas las cosas, y todo se mantiene en él.
Cántico Cf. Col 1, 12-20
Himno a Cristo, primogénito de toda criatura y primer resucitado de entre
los muertos
Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él:
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Por medio de él fueron creadas todas las cosas, y todo se mantiene en él.
LECTURA BREVE
1P 5, 5b-7
Tened sentimientos de humildad unos con otros, porque Dios resiste a los
soberbios, para dar su gracia a los humildes. Inclinaos, pues, bajo la mano
poderosa de Dios, para que, a su tiempo, os ensalce. Descargad en él todo
vuestro agobio, que él se interesa por vosotros.
RESPONSORIO BREVE
R.
Guárdanos, Señor,
*
Como a las niñas de tus ojos.
Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.
V.
A la sombra de tus alas escóndenos.
*
Como a las niñas de tus ojos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
Haz, Señor; proezas con tu brazo: dispersa a los soberbios y enaltece a los
humildes.
Magníficat Lc 1, 46-55
Alegría del alma en Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Juan, testigo de la luz, dijo: «Jesús
es el Hijo de Dios.»
PRECES
Aclamemos, hermanos, a Dios, nuestro salvador, que se complace en
enriquecernos con sus dones, y digámosle con fe:
Multiplica la gracia y la paz, Señor.
Dios eterno, mil años en tu presencia son como un ayer que pasó;
–ayúdanos
a recordar siempre que nuestra vida es como hierba que florece por la
mañana, y por la tarde se seca.
Alimenta a tu pueblo con el maná, para que no perezca de hambre,
–y
dale el agua viva, para que nunca más tenga sed.
Que tus fieles busquen los bienes de arriba y aspiren a ellos,
–y
te glorifiquen también con su trabajo y su descanso.
Concede, Señor, buen tiempo a las cosechas,
–para
que la tierra dé fruto abundante.
(o bien:
Líbranos, Señor, de todo peligro,
–y
bendice nuestros hogares
[nuestra
comunidad].)
Que los difuntos puedan contemplar tu faz,
–y
que nosotros tengamos un día parte en su felicidad.
Confiemos nuestras súplicas a Dios, nuestro Padre, terminando esta oración
con las palabras que el Señor nos enseñó:
Terminemos nuestras preces con la oración que nos enseñó el Señor:
Padrenuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
comotambién nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
ORACIÓN
Oh Dios, tu nombre es santo, y tu misericordia llega a tus fieles de
generación en generación; atiende, pues, las súplicas de tu pueblo y haz que
pueda proclamar eternamente tu grandeza. Por nuestro Señor Jesucristo.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
COMPLETAS
V.
Dios mío, ven en mi auxilio.
R.
Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Aleluya.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la
jornada. Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos
y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V.
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y
nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
HIMNO
Tras las cimas más altas,
todas las noches
mi corazón te sueña,
no te conoce.
¿Entre qué manos, dime,
duerme la noche,
la música en la brisa,
mi amor en dónde?
¿La infancia de mis ojos
y el leve roce
de la sangre en mis venas,
Señor, en dónde?
Lo mismo que las nubes,
y más veloces,
¿las horas de mi infancia,
Señor, en dónde?
Tras las cimas más altas,
todas las noches
mi corazón te sueña,
no te conoce.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo. Amén.
SALMODIA
Ant. 1.
Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.
Salmo 30, 2-6 Súplica confiada de un afligido
Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu (Lc 23, 46)
A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí;
ven aprisa a librarme,
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame:
sácame de la red que me han tendido,
porque
tú eres mi amparo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant.
Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.
Ant. 2.
Desde lo hondo a ti grito, Señor.
†
Salmo 129 Desde lo hondo a ti grito, Señor
Él salvará a su pueblo de los pecados (Mt 1, 21)
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
†
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant.
Desde lo hondo a ti grito, Señor.
LECTURA
BREVE
Ef 4, 26-27
No lleguéis a pecar; que la puesta del sol no os sorprenda en vuestro enojo.
No dejéis resquicio al diablo.
RESPONSORIO
BREVE
R.
A tus manos, Señor,
*
Encomiendo mi espíritu.
A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V.
Tú, el Dios leal, nos librarás.
*
Encomiendo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos,
protégenos mientras dormimos,
para que velemos con Cristo
y descansemos en paz.
Nunc dimittis Lc 2, 29-32
Cristo, luz de las naciones y gloria de Israel
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos,
protégenos mientras dormimos,
para que velemos con Cristo
y descansemos en paz.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, que eres manso y humilde de corazón y ofreces a los que
vienen a ti un yugo llevadero y una carga ligera, dígnate, pues, aceptar los
deseos y las acciones del día que hemos terminado; que podamos descansar
durante la noche para que así, renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu,
perseveremos constantes en tu servicio. Tú que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
CONCLUSIÓN
El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una muerte santa.
R.
Amén
Antífonas finales a la Santísima Virgen María
II
Madre
del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza
y quiere levantarse.
Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
SANTA
CATALINA MARÍA DREXEL.
Nació el año 1858 en Filadelfia (Estados Unidos), de familia muy rica y muy
religiosa, que le enseñó desde niña que la riqueza se les daba en préstamo y
tenían que compartirla con los demás. Pronto percibió el estado abyecto y
degradado en que vivían muchos indios y negros, y ayudó generosamente a los
misioneros que los atendían. En 1887 pidió a León XIII más misioneros, y el
Papa le sugirió que se hiciera ella misma misionera. Se entregó totalmente a
Dios, y fue dando pasos para fundar una congregación que tuviera por
finalidad la adoración al Santísimo Sacramento y la evangelización de los
americanos de color y los indios: las Religiosas del Santísimo Sacramento
para los Indios y los Negros, en la que ella profesó. Creó también la
«Xavier University», abierta a los negros y a los indios. Cuando por su
enfermedad no pudo tener cargos de gobierno, se dedicó plenamente a la
contemplación. Murió el 3 de marzo de 1955 en Cornwells Heights (Pensilvania).
Juan Pablo II la canonizó el año 2000.
SANTA TERESA EUSTOQUIO VERZERI.
Nació en Bérgamo (Italia) el año 1801, de familia noble y piadosa. Recibió
una educación exquisita, y desde su juventud siguió un intenso proceso de
purificación interior, que le hizo vivir con angustia la experiencia mística
de la ausencia de Dios. Superadas sus dudas y ansiedades, pasó un tiempo con
las benedictinas, pero comprendió que su camino hacia Dios era otro. Se
dedicó a la enseñanza, y así llegó a fundar en 1831 la Congregación de las
Hijas del Sagrado Corazón, en medio de una sociedad atribulada por las
revueltas de Italia, el jansenismo y las secuelas de la Revolución Francesa.
Sensible a las necesidades de su tiempo, la caridad la llevó a ella y a sus
religiosas a cuidarse incluso de situaciones graves y arriesgadas: atienden
a las jóvenes en peligro, a los hogares deshechos, a los niños sin familia;
enseñan en las escuelas públicas, dan catecismo, asisten a los enfermos.
Murió en Brescia el 3 de marzo de 1852. Fue canonizada por Juan Pablo II en
2001.
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AYER
Martes 2 de Marzo de 2021
LITURGIA DE LAS HORAS CORRESPONDIENTE AL
MARTES SEMANA II DEL SALTERIO
LECTIO DIVINA correspondiente al Martes de la segunda semana de
cuaresma
LECTIO
Primera lectura: Isaías
1,10.16-20
10 Escuchad la Palabra del
Señor, jefes de Sodoma, atiende a la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de
Gomorra:
16 Lavaos, purificaos, apartad
de mi vista vuestras malas acciones. Dejad de hacer el mal,
17 aprended a hacer el bien.
Buscad el derecho, proteged al oprimido, socorred al huérfano, defended a la
viuda.
18 Luego venid, discutamos -dice
el Señor-. Aunque vuestros pecados sean como escarlata, blanquearán como la
nieve; aunque sean rojos como púrpura, quedarán como la lana.
19 Si obedecéis y hacéis el
bien, comeréis los frutos de la tierra;
20
Si os resistís y sois rebeldes, os devorará la espada. Lo ha dicho el Señor.
**• Como una especie de introducción a todo el libro de Isaías, el capítulo
1 anticipa la temática fundamental que aparecerá y se desarrollará después:
al amor fiel de Dios el pueblo responde con infidelidad (vv. 2-9), atrayendo
el castigo divino. Pero no hay culpa, por muy grave que sea, que no la venza
la misericordia de Dios: se salvará un pequeño resto, raíz de vida nueva.
La perícopa que nos presenta la liturgia de hoy es una enseñanza profética
contra el ritualismo, enmarcada en el esquema literario de una disputa
jurídica típica de la tradición deuteronomista (vv. 10.19s). La referencia a
Sodoma y Gomorra hace de gancho con el oráculo precedente (vv. 4-9): por la
infidelidad de sus jefes, el "pueblo de Judá y Jerusalén" -términos
que no hay que tomar en sentido geográfico, sino como referencia a todo el
pueblo elegido- está en situación de atraer sobre sí un castigo similar al
de las dos ciudades tristemente famosas (cf. Gn 19; Dt 29,22; 32,32).
Cuando no se hay una adhesión a la Ley divina, la oración es ineficaz y el
culto inútil, incluso hasta perverso (vv. 11-15); viene a ser como ofrenda
de incienso a los ídolos (cf. Dt 7,25s). Israel, aunque infiel, será siempre
el destinatario de la Palabra de vida, y los dones de Dios son irrevocables:
los dos imperativos que aparecen en sólo dos versículos (vv. 16s) indican la
urgencia de un cambio para acoger el perdón que ofrece el Señor. Todavía
puede el pueblo optar por la bendición (v. 19) o por la maldición (v. 20).
Evangelio: Mateo 23,1-12
23,1 Entonces
Jesús, dirigiéndose a la gente y a sus discípulos, les dijo:
2- En la Cátedra de Moisés se
han sentado los maestros de la Ley y los fariseos.
3 Obedecedles y haced lo que os
digan; pero no imitéis su ejemplo, porque no hacen lo que dicen.
4 Atan cargas pesadas e
insoportables, y las ponen a las espaldas de los hombres; pero ellos no
mueven ni un dedo para llevarlas.
5 Todo lo hacen para que los
vea la gente: ensanchan sus filacterias y alargan los flecos del manto;
6 Les gusta el primer puesto en
los convites y los primeros asientos en las sinagogas;
7 que los saluden por la calle
y los llamen maestros.
8 Vosotros, en cambio, no os
dejéis llamar "maestro", porque uno es vuestro maestro, y todos vosotros
sois hermanos.
9 Ni llaméis a nadie "padre"
vuestro en la tierra, porque uno sólo es vuestro Padre: el del cielo.
10 Ni os dejéis llamar
"preceptores", porque uno sólo es vuestro preceptor: el Mesías.
11 El mayor de vosotros será el
que sirva a los demás. – Porque el que se ensalza será humillado, y el que
se humilla será ensalzado.
*» El fragmento aparece después de los debates de Jesús en el Templo y
constituye el primer cuadro del tríptico que el evangelista Mateo dedica a
denunciar a escribas y fariseos (c. 23). Jesús se dirige "a la gente y a
sus discípulos" con una doble enseñanza (vv. 1-12).
Por una parte desenmascara la incoherencia (vv. 2-4), la ostentación y la
vanagloria (vv. 5-7) de escribas y fariseos, contra los que lanzará sus
siete "aves" (vv. 13-36). Por otra, pone en guardia a los discípulos
contra el detestable vicio de la ambición (vv. 8-10), verdadero cáncer de la
comunidad -evidentemente- también en tiempos de la redacción del Evangelio.
Cualquier actitud de puras formas externas o de búsqueda de prestigio
personal desvirtúa la misma religiosidad y la convierte en idolátrica.
Entonces, ¿qué hay que hacer? ¿No escuchar la Palabra de la que los jefes
son intérpretes incoherentes? Jesús invita al discernimiento, a hacer lo que
dicen y no lo que hacen. El evangelista Mateo, implícitamente, nos invita a
mirar a Jesús, el verdadero Maestro, fiel intérprete del Padre.
MEDITATIO
Dejemos que nos hieran las palabras que hoy la madre Iglesia hace resonar en
nuestros oídos. No demos nada por descontado, pensando en nuestro interior:
"Estas palabras le van bien a fulano o a mengano...". Dios nos lo
dice a nosotros.
Y es una gracia inestimable que todavía nos las diga: en su paciencia quiere
brindarnos una posibilidad de evitar un merecido castigo, aunque sólo fuese
por nuestra ingratitud y superficialidad o quizás por la malicia de nuestra
falta de generosidad. Cuando dormimos seguros sobre los laureles de los
preceptos que observamos (así nos parece), recibimos gloria unos de otros,
en vez de dar gloria al Señor.
¿Y Él? Él vuelve la mirada a otra parte: a sus ojos somos como los fariseos
que ostentan sus filacterias y alargan las franjas del manto. Además, Isaías
nos dice que todavía no hemos aprendido lo que es amor: respuesta
agradecida, generosa y total a un Dios fiel que ha salido a nuestro
encuentro y se ha unido a nosotros con vínculos nupciales. Sacrificios y
ofrendas no valen nada si nuestros oídos y el corazón, seducidos por el
pecado, se endurecen en las relaciones. ¿Quién circuncidará nuestro corazón
y lavará nuestras manos? Será precisamente la Palabra de Dios, escuchada con
oído atento, interiorizada en el corazón, guardada con amor, practicada con
sencillez.
ORATIO
¡Cuántas veces, Señor, hemos hecho ostentación de obras y méritos para
"dejarnos ver"..., y no precisamente por tus ojos, que ven el corazón, sino
para ser admirados por los hombres; cuántas veces hemos buscado la estima y
la gloria! Ten piedad de nosotros, Señor, por todas las veces que la Palabra
de vida de la que nos mostramos maestros deja insensible nuestra conducta.
Tú, único Maestro del hombre, nos das el ejemplo más preclaro, haciéndote
siervo. Tú, Hijo unigénito de Dios, nos invitas a buscar la mirada del Padre
celestial, quien por tu extrema humillación te ha exaltado a su derecha.
Lávanos en la sangre de tu sacrificio, purifícanos de toda malicia y
vanidad; haznos discípulos dóciles, abiertos a la escucha, prontos en el
buen obrar, humildes y transparentes en la vida de cada día.
CONTEMPLATIO
Abre tu corazón a todos los que son discípulos de Dios, sin mirar con
sospechas su aspecto, sin mirar con desconfianza su edad. Y si alguno te
parece pobre o andrajoso o feo o perdido, que no se turbe tu espíritu ni
retrocedas.
El aspecto visible engaña a la muerte y al diablo porque la riqueza interior
es invisible para ellos. Y mientras insisten en lo material y lo desprecian
porque saben que es débil, están ciegos para las riquezas interiores e
ignoran "el tesoro" que llevan "en vasijas de barro", que
defiende el poder de Dios Padre, la sangre de Dios hijo y el rocío del
Espíritu Santo. Pero no te dejes engañar tú, que has gustado la verdad y has
sido considerado digno del gran rescate; y al contrario de lo que hacen
otros hombres, opta por un ejército desarmado, pacífico, incruento, sereno,
incontaminado: ancianos honrados, huérfanos piadosos, viudas rebosantes de
mansedumbre, hombres adornados por la caridad (Clemente de Alejandría, Ce
salvezza per el ñeco? XXXIIIs, passim).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
"Aprended de mí que soy manso
y humilde de corazón"
(Mt 11,29).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Ser plenamente sinceros significa hacer todo preocupándose únicamente de lo
que Dios piensa de nuestras acciones. Significa, por consiguiente, no
adoptar actitudes diversas según el ambiente, no pensar de un modo cuando
estamos solos y de otro cuando se está con alguien, sino hablar y actuar
bajo la mirada de Dios, que lee los corazones. La sinceridad consiste en
esforzarse para que nuestro porte externo coincida cada vez más con nuestro
interior. Y, naturalmente, sin provocación, sino sencillamente siendo lo que
somos, sin falsear la verdad por temor a desagradar a los demás.
Esta sinceridad exige pureza de intención, es decir, preocuparnos en nuestro
actuar del juicio de Dios, no de los juicios humanos; actuar preocupándonos
más de lo que agrada o desagrada a Dios que de lo que agrada o desagrada a
los hombres. Este es uno de los puntos esenciales de la vida espiritual.
Habitualmente -no nos hagamos ilusiones- nos domina la preocupación de
agradar o desagradar a los hombres, interesándonos de mejorar la imagen que
los otros pueden tener de nosotros. Y, sin embargo, nos preocupamos poco de
lo que somos a los ojos de Dios; y por esta razón nos saltamos con
frecuencia lo que sólo Dios ve: la oración oculta, las obras de caridad
secretas. Y ponemos mayor empeño en lo que, aunque lo hagamos por Dios, lo
ven también los hombres y va implicada nuestra reputación. Llegar a una
total sinceridad -esto es, a obrar bien lo mismo si no nos ven que si nos
ven- significa llegar a una perfección altísima (J. Daniélou, Saggio sul
mistero della storia, Brescia 1963, 334s, passim).
LAUDES
V.
Dios mío, ven en mi auxilio.
R.
Señor, date
prisa en socorrerme.
Ant.
Entremos a la presencia del Señor, dándole gracias.
Venid,
aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Ant.
Entremos a la presencia del Señor, dándole gracias.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Ant.
Entremos a la presencia del Señor, dándole gracias.
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ant.
Entremos a la presencia del Señor, dándole gracias.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
Ant.
Entremos a la presencia del Señor, dándole gracias.
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»
Ant.
Entremos a la presencia del Señor, dándole gracias.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
HIMNO
Porque, Señor, yo te he visto
y quiero volverte a ver,
quiero creer.
Te vi, sí, cuando era niño
Y en agua me bauticé,
y, limpio de culpa vieja,
sin velos te pude ver.
Devuélveme aquellas puras
transparencias de aire fiel,
devuélveme aquellas niñas
de aquellos ojos de ayer.
Están mis ojos cansados
de tanto ver luz sin ver;
por la oscuridad del mundo,
voy como un ciego que ve.
Tú que diste vista al ciego
y a Nicodemo también,
filtra en mis secas pupilas
dos gotas frescas de fe. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.
Salmo 42 Deseo del templo
Yo he venido al mundo como luz (Jn 12, 46)
Hazme justicia, oh Dios, defiende mi causa
contra gente sin piedad;
sálvame del hombre traidor y malvado.
Tú eres mi Dios y protector,
¿por qué me rechazas?,
¿por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?
Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.
Que yo me acerque al altar de Dios;
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío.
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios; que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant.
Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.
Ant. 2.
Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida.
Cántico Is 38, 10-14. 17-20
Angustias de un moribundo y alegría de la curación
Yo soy el que vive; estaba muerto, y tengo las llaves de la muerte (Ap
1,18)
Yo pensé: «En medio de mis días
tengo que marchar hacia las puertas del abismo;
me privan del resto de mis años.»
Yo pensé: «Y a no veré más al Señor
en la tierra de los vivos,
ya no miraré a los hombres
entre los habitantes del mundo.
Levantan y enrollan mi vida,
como una tienda de pastores.
Como un tejedor, devanaba yo mi vida,
y me cortan la trama.»
Día y noche me estás acabando,
sollozo hasta el amanecer.
Me quiebras los huesos como un león,
día y noche me estás acabando.
Estoy piando como una golondrina,
gimo como una paloma.
Mis ojos mirando al cielo se consumen:
¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!
Me has curado, me has hecho revivir,
la amargura se me volvió paz
cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía
y volviste la espalda a todos mis pecados.
El abismo no te da gracias,
ni la muerte te alaba,
ni esperan en tu fidelidad
los que bajan a la fosa.
Los vivos, los vivos son quienes te alaban:
como yo ahora.
El padre enseña a sus hijos tu fidelidad.
Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas
todos nuestros días en la casa del Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant.
Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida.
Ant. 3.
Oh Dios, tú mereces un himno en Sión.
†
Salmo 64 Solemne acción de gracias
Cuando se habla de Sión debe entenderse de la ciudad eterna (Orígenes)
Oh Dios, tú mereces un himno en Sión,
†
y a ti se te cumplen los votos,
porque tú escuchas las súplicas.
A ti acude todo mortal
a causa de sus culpas;
nuestros delitos nos abruman,
pero tú los perdonas.
Dichoso el que tú eliges y acercas
para que viva en tus atrios:
que nos saciemos de los bienes de tu casa,
de los dones sagrados de tu templo.
Con portentos de justicia nos respondes,
Dios, salvador nuestro;
tú, esperanza del confín de la tierra
y del océano remoto;
tú que afianzas los montes con tu fuerza,
ceñido de poder;
tú que reprimes el estruendo del mar,
el estruendo de las olas
y el tumulto de los pueblos.
Los habitantes del extremo del orbe
se sobrecogen ante tus signos,
y a las puertas de la aurora y del ocaso
las llenas de júbilo.
Tú cuidas de la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales;
riegas los surcos, igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes;
coronas el año con tus bienes,
tus carriles rezuman abundancia;
rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría;
las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant.
Oh Dios, tú mereces un himno en Sión.
LECTURA BREVE 1Ts
5, 4-5
Vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que ese día no os sorprenda
como un ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no
lo sois de la noche ni de las tinieblas.
RESPONSORIO BREVE
R.
Señor, escucha mi voz,
*
He esperado en tus palabras.
Señor, escucha mi voz, he esperado en tus palabras.
V.
Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
*
He esperado en tus palabras.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Señor, escucha mi voz, he esperado en tus palabras.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
De la mano de todos los que nos odian, sálvanos, Señor.
Benedictus Lc 1, 68-79
El
Mesías y su Precursor
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño,te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ilumina, Señor, a los que viven en
tinieblas y en sombra de muerte.
PRECES
Bendigamos a nuestro Salvador, que, con su resurrección, ha iluminado al
mundo, y, digámosle suplicantes:
Guárdanos, Señor, en tu camino.
–Señor
Jesús, al consagrar nuestra oración matinal a la memoria de tu santa
resurrección,
te pedimos que la esperanza de participar en tu, gloria ilumine todo nuestro
día.
Te ofrecemos, Señor, los deseos y proyectos de nuestra jornada:
–dígnate
aceptarlos y bendecirlos como primicias de nuestro día.
Concédenos crecer hoy en tu amor,
–a
fin de que todo sirva para nuestro bien y el de nuestros hermanos.
Haz, Señor, que el ejemplo de nuestra vida resplandezca como una luz ante
los hombres,
–para
que todos den gloria al Padre que está en los cielos.
Porque deseamos que la luz de Cristo alumbre a todos los hombres, pidamos al
Padre que su reino llegue a nosotros:
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, luz verdadera que alumbras a todo hombre y le muestras el
camino de la salvación, concédenos la abundancia de tu fuerza, para que
preparemos delante de ti caminos de justicia y de paz. Tú que vives y
reinas.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
HORA INTERMEDIA
TERCIA, SEXTA, NONA
V.
Dios mío, ven en mi auxilio.
R.
Señor, date
prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Aleluya.
HIMNO
Tu poder multiplica
la eficacia del hombre,
y crece cada día, entre sus manos,
la obra de tus manos.
Nos señalaste un trozo de la viña
y nos dijiste: «Venid y trabajad.»
Nos mostraste una mesa vacía
y nos dijiste: «Llenadla de pan.»
Nos presentaste un campo de batalla
y nos dijiste: «Construid la paz.»
Nos sacaste al desierto con el alba
y nos dijiste: « Levantad la ciudad.»
Pusiste una herramienta en nuestras manos
y nos dijiste: «Es tiempo de crear.»
Escucha a mediodía el rumor del trabajo
con que el hombre se afana en tu heredad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Por los siglos. Amén.
SALMODIA
Ant. 1.
En tierra extranjera guardé tus decretos.
Salmo 118, 49-56 VII (Zain)
Recuerda la palabra que diste a tu siervo,
de la que hiciste mi esperanza;
éste es mi consuelo en la aflicción:
que tu promesa me da vida;
los insolentes me insultan sin parar,
pero yo no me aparto de tus mandatos.
Recordando tus antiguos mandamientos,
Señor, quedé consolado;
sentí indignación ante los malvados,
que abandonan tu voluntad;
tus leyes eran mi canción
en tierra extranjera.
De noche pronuncio tu nombre,
Señor, y, velando, tus preceptos;
esto es lo que a mí me toca:
guardar tus decretos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant.
En tierra extranjera guardé tus decretos.
Ant. 2.
El Señor cambiará la suerte de su pueblo, y nosotros gozaremos.
Salmo 52 Necedad de los pecadores
Todos pecaron y todos están privados de la gloria de Dios (Rm 3, 23)
Dice el necio para sí;
«No hay Dios.»
Se han corrompido cometiendo execraciones,
no hay quien obre bien.
Dios observa desde el cielo
a los hijos de Adán,
para ver si hay alguno sensato
que busque a Dios.
Todos se extravían
igualmente obstinados,
no hay uno que obre bien,
ni uno solo.
–Pero
¿no aprenderán los malhechores
que devoran a mi pueblo como pan
y no invocan al Señor?
Pues temblarán de espanto,
porque Dios esparce los huesos del agresor,
y serán derrotados,
porque Dios los rechaza.
¡Ojalá venga desde Sión
la salvación de Israel!
Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo,
se alegrará Jacob y gozará Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor cambiará la suerte de su pueblo, y nosotros gozaremos.
Ant. 3.
Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida.
Salmo 53, 3-6. 8-9 Petición de auxilio
El profeta pide verse libre de sus enemigos por el nombre del Señor (Casiodoro)
Oh Dios, sálvame por tu nombre,
sal por mí con tu poder.
Oh Dios, escucha mi súplica,
atiende a mis palabras;
porque unos insolentes se alzan contra mí,
y hombres violentos me persiguen a muerte;
sin tener presente a Dios.
Pero Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.
Te ofreceré un sacrificio voluntario,
dando gracias a tu nombre, que es bueno;
porque me libraste del peligro,
y he visto la derrota de mis enemigos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida.
TERCIA
LECTURA BREVE
1Co
12,4-6
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de
ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un
mismo Dios que obra todo en todos.
V.
La salvación está ya cerca de los fieles del Señor.
R.
Y la gloria habitará en nuestra tierra.
ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, que a la hora de tercia enviaste tu Espíritu
Defensor a los apóstoles, derrama también sobre nosotros este Espíritu de
amor, para que, ante los hombres, demos, siempre fiel testimonio de aquel
amor que has querido que fuera el distintivo de los discípulos de tu Hijo.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.
SEXTA
LECTURA BREVE
1Co
12, 12-13
Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros
del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también
Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido
bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos
bebido de un solo Espíritu.
V.
Padre santo, guárdanos en tu nombre.
R.
Para que seamos completamente uno.
ORACIÓN
Oh Dios, que revelaste a Pedro tu plan de salvar a todas las naciones, danos
tu gracia, para que todas nuestras acciones sean agradables a tus ojos y
útiles a tu designio de amor y salvación universal. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
NONA
LECTURA BREVE
1Co
12, 24b. 25-26
Dios organizó los miembros del cuerpo de modo que no haya divisiones en el
cuerpo, porque todos los miembros por igual se preocupan unos de otros.
Cuando un miembro sufre, todos sufren con él; cuando un miembro es honrado,
todos se felicitan.
V.
Señor, Dios nuestro, reúnenos de entre los gentiles.
R.
Daremos gracias a tu santo nombre.
ORACIÓN
Oh Dios, que enviaste un ángel al centurión Cornelio, para que le revelara
el camino de la salvación, ayúdanos a trabajar cada día con mayor entrega en
la salvación de los hombres, para que, junto con todos nuestros hermanos,
incorporados a tu Iglesia, podamos llegar a ti. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
V.
Dios mío, ven en mi auxilio.
R.
Señor, date
prisa en socorrerme.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Aleluya.
HIMNO
La noche no interrumpe
tu historia con el hombre;
La noche es tiempo
de salvación.
De noche descendía tu escala misteriosa
hasta la misma piedra donde Jacob dormía.
La noche es tiempo
de salvación.
De noche celebrabas la Pascua con tu pueblo,
mientras en las tinieblas volaba el exterminio.
La noche es tiempo
de salvación.
Abrahán contaba tribus de estrellas cada noche;
de noche prolongabas la voz de la promesa.
La noche es tiempo
de salvación.
De noche, por tres veces, oyó Samuel su nombre;
de noche eran los sueños tu lengua más profunda.
La noche es tiempo
de salvación.
De noche, en un pesebre, nacía tu Palabra;
de noche lo anunciaron el ángel y la estrella.
La noche es tiempo
de salvación.
La noche fue testigo de Cristo en el sepulcro;
la noche vio la gloria de su resurrección.
La noche es tiempo
de salvación.
De noche esperaremos tu vuelta repentina,
y encontrarás a punto la luz de nuestra lámpara.
La noche es tiempo
de salvación. Amén.
SALMODIA
Ant. 1.
No podéis servir a Dios y al dinero.
Salmo 48 Vanidad de las riquezas
Difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos (Mt 19,23).
I
Oíd esto, todas las naciones;
escuchadlo, habitantes del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres;
mi boca hablará sabiamente,
y serán muy sensatas mis reflexiones;
prestaré oído al proverbio
y propondré mi problema al son de la cítara.
¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate?
Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará
para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa.
Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños.
El sepulcro es su morada perpetua
y su casa de edad en edad,
aunque hayan dado nombre a países.
El hombre no perdura en la opulencia,
sino que perece como los animales.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant.
No podéis servir a Dios y al dinero.
Ant 2.
«Atesorad tesoros en el cielo», dice el Señor.
II
Éste es el camino de los confiados,
el destino de los hombres satisfechos:
son un rebaño para el abismo,
la muerte es su pastor,
y bajan derechos a la tumba;
se desvanece su figura,
y el abismo es su casa.
Pero a mí, Dios me salva,
me saca de las garras del abismo
y me lleva consigo.
No te preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa:
cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él.
Aunque en vida se felicitaba:
«Ponderan lo bien que lo pasas»,
irá a reunirse con sus antepasados,
que no verán nunca la luz.
El hombre rico e inconsciente
es como un animal que perece.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant.
«Atesorad tesoros en el cielo», dice el Señor.
Ant. 3.
Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.
Cántico Ap 4, 11; 5,9.10.12 Himno de los redimidos
Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder;
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
De recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant.
Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.
LECTURA BREVE
Rm 3, 23-25a
Todos pecaron y todos están privados de la gloria de Dios, y son
justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención de Cristo
Jesús, a quien Dios constituyó sacrificio de propiciación mediante la fe en
su sangre. Así quería Dios demostrar que no fue injusto.
RESPONSORIO BREVE
R.
Me saciarás de gozo
*
En tu presencia, Señor.
Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.
V.
De alegría perpetua a tu derecha.
*
En tu presencia, Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
Haz con nosotros, Señor, obras grandes, porque eres poderoso, y tu nombre es
santo.
Magníficat Lc 1, 46-55
Alegría del alma en Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Juan, testigo de la luz, dijo: «Jesús
es el Hijo de Dios.»
PRECES
Alabemos a Cristo, pastor y guardián de nuestras vidas, que vela siempre con
amor por su pueblo, y, poniendo en él nuestra esperanza, digámosle
suplicantes:
Protege a tu pueblo, Señor.
Pastor eterno, protege a nuestro obispo
N.
–y
a todos los pastores de la Iglesia.
Mira con bondad a los que sufren persecución
–y
líbralos de todas sus angustias.
Compadécete de los pobres y necesitados
–y
da pan a los hambrientos.
Ilumina a los cuerpos legislativos de las naciones,
–para
que en todo legislen con sabiduría y equidad.
No olvides, Señor, a los difuntos redimidos por tu sangre
–y
admítelos en el banquete de las bodas eternas.
Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos al
Padre común de todos:
Padrenuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, Señor del día y de la noche, humildemente te
pedimos que la luz de Cristo, verdadero sol de justicia, ilumine siempre
nuestras vidas, para que así merezcamos gozar un día de aquella luz en la
que tú habitas eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
COMPLETAS
V.
Dios mío, ven en mi auxilio.
R.
Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Aleluya.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la
jornada. Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos
y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V.
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y
nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
HIMNO
Tiembla el frío de los astros,
y el silencio de los montes
duerme sin fin. (Sólo el agua
de mi corazón se oye.)
Su dulce latir, ¡tan dentro!,
calladamente responde
a la soledad inmensa
de algo que late en la noche.
Somos tuyos, tuyos, tuyos;
somos, Señor, ese insomne
temblor del agua nocturna,
más limpia después que corre.
¡Agua en reposo viviente,
que vuelve a ser pura y joven
con una esperanza! (Sólo
en mi alma sonar se oye.)
Gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.
SALMODIA
Ant.
No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.
Salmo 142, 1-11 Lamentación y súplica ante la angustia
El hombre no se justifica por cumplir la ley, sino por creer en Cristo Jesús
(Ga 2, 16)
Señor, escucha mi oración;
tú, que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú, que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.
El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados.
Mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.
Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.
Escúchame en seguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.
En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti.
Indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.
Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.
Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sácame de la angustia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant.
No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.
LECTURA
BREVE
1P 5, 8-9
Sed sobrios, estad alerta, que vuestro enemigo, el diablo, como león
rugiente, ronda buscando a quien devorar; resistidle firmes en la fe.
RESPONSORIO BREVE
R.
A tus manos, Señor,
*
Encomiendo mi espíritu.
A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V.
Tú, el Dios leal, nos librarás.
*
Encomiendo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos,
protégenos mientras dormimos,
para que velemos con Cristo
y descansemos en paz.
Nunc dimittis Lc 2, 29-32
Cristo, luz de las naciones y gloria de Israel
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos,
protégenos mientras dormimos,
para que velemos con Cristo
y descansemos en paz.
ORACIÓN
Ilumina, Señor, nuestra noche y concédenos un descanso tranquilo; que
mañana nos levantemos en tu nombre y podamos contemplar, con salud y
gozo, el clarear del nuevo día. Por Jesucristo, nuestro Señor.
CONCLUSIÓN
El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una muerte santa.
R.
Amén
Antífonas finales a la Santísima Virgen María
II
Madre
del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza
y quiere levantarse.
Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
SANTA INÉS DE PRAGA O DE
BOHEMIA.
Nació en Praga el año 1211, hija de Premysl Otakar I, rey de Bohemia. Pronto
renunció al porvenir que le brindaba su real ascendencia, y prefirió
consagrarse totalmente a Dios y al servicio de los pobres y enfermos,
siguiendo el camino evangélico abierto por Clara de Asís. A través de los
franciscanos que visitaban Praga, conoció la vida espiritual inaugurada por
Clara en San Damián. Quedó fascinada y decidió seguir su ejemplo. Fundó en
Praga el hospital de San Francisco y un monasterio para las clarisas, donde
ella misma ingresó en 1234. La virginidad por el Reino, la pobreza, el ardor
de la caridad, la devoción a la Eucaristía, a la Pasión y a la Virgen fueron
puntales de su espiritualidad. Amó a la Iglesia y colaboró con el Papa, amó
a su patria y promovió la concordia. Las cartas que le dirigió santa Clara
revelan su grandeza mística y humana. Murió el 2 de marzo de 1282. Juan
Pablo II la canonizó en 1989. - Oración:
Señor, Dios nuestro, que inspiraste la renuncia a los falsos placeres de
este mundo a santa Inés de Praga y la condujiste por el camino de la cruz
hacia la meta de la perfección; te suplicamos que, siguiendo su ejemplo,
antepongamos los valores eternos a los caducos. Por Jesucristo, nuestro
Señor. Amén
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