|
MARTES
DE LA SEMANA I
VÍSPERAS
|
|
V.
Dios mío, ven en mi auxilio.
R.
Señor,
date prisa en socorrerme.
Gloria
al Padre, y
al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Aleluya.
HIMNO
Libra
mis ojos de
la muerte;
dales
la luz que es su destino.
Yo,
como el ciego del camino,
pido un milagro para verte.
Haz
de esta piedra de mis manos
una herramienta constructiva;
cura su fiebre posesiva
y ábrela al bien de mis hermanos.
Que
yo comprenda, Señor mío,
al que se queja y retrocede;
que el corazón no se me quede
desentendidamente frío.
Guarda mi fe del enemigo:
(¡tantos
me
dicen que estás muerto!..)
Tú
que, conoces el desierto,
dame tu mano y ven conmigo. Amén.
SALMODIA
Ant.
1. El Señor
da
la victoria a su Ungido.
Salmo
19
Oración por la victoria del rey
Cuantos
invoquen el nombre del Señor
se salvarán (Hch 2, 21)
Que te escuche el Señor el día del peligro,
que te sostenga el nombre del Dios de Jacob;
que te envíe auxilio desde el santuario,
que te apoye desde el monte Sión.
Que
se acuerde de todas tus ofrendas,
que le agraden tus sacrificios;
que cumpla el deseo de tu corazón,
que dé éxito a todos tus planes.
Que podamos celebrar tu victoria
y en el nombre de nuestro Dios alzar estandartes;
que el Señor te conceda todo lo que pides.
Ahora
reconozco que el Señor
da la victoria a su Ungido,
que lo ha escuchado desde su santo cielo,
con los prodigios de su mano victoriosa.
Unos
confían en sus carros,
otros
en su caballería;
nosotros
invocamos el nombre
del Señor, Dios nuestro.
Ellos
cayeron derribados,
nosotros
nos mantenemos en pie.
Señor,
da la victoria al rey
y
escúchanos cuando te invocamos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor da la victoria a su Ungido.
Ant.
2.
Al son de instrumentos cantaremos tu poder.
Salmo
20, 2-8. 14
Acción
de gracias por la victoria del rey
El Señor resucitado recibió la vida, años que se prolongan sin término
(S. Ireneo)
Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuánto goza con tu victoria!
Le
has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios.
Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te
pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término.
Tu
victoria ha engrandecido su fama,
lo
has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia;
porque el rey confía en el Señor,
y con la gracia del Altísimo no fracasará.
Levántate,
Señor, con tu fuerza,
y
al son de instrumentos cantaremos tu poder.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Al
son de instrumentos cantaremos tu poder.
Ant.
3. Has
hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes
para nuestro Dios.
Cántico
Ap 4, 11; 5, 9. 10. 12
Himno
de los redimidos
Eres
digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque
por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres
digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque
fuiste degollado
y
con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y
has
hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.
Digno
es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Has
hecho, de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes
para nuestro Dios.
LECTURA
BREVE
1Jn
3, 1a. 2
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo
somos! Queridos, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo
que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él,
porque lo veremos tal cual es.
RESPONSORIO
BREVE
R.
Tu palabra, Señor, es eterna, *
Más estable que el cielo.
Tu
palabra, Señor, es eterna,
más estable que el cielo.
V.
Tu
fidelidad de generación en generación.
*
Más estable
que el cielo.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Tu
palabra, Señor, es
eterna, más estable que el cielo.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.
Magníficat
Lc 1, 46-55
Alegría
del alma en el Señor
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán
todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
–como lo había prometido a nuestros
padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y
al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era
en
el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.
PRECES
Alabemos
a Cristo, que mora en medio de nosotros, el pueblo adquirido por él, y
supliquémosle, diciendo:
Por el honor de tu nombre, escúchanos, Señor.
Dueño y Señor de los pueblos, acude en ayuda de todas las naciones y
de los que las gobiernan:
–que todos los hombres sean fieles a tu voluntad y trabajen
por el bien y la paz.
Tú
que hiciste cautiva nuestra cautividad,
–devuelve
la libertad de los hijos de Dios a todos aquellos hermanos
nuestros que sufren esclavitud en el cuerpo o en el espíritu.
Concede, Señor, a los jóvenes la realización de sus esperanzas
–y que sepan responder a tus llamadas en el transcurso de su vida.
Que los niños imiten tu ejemplo
–y
crezcan
siempre en sabiduría y en gracia.
Acoge
a los difuntos en tu reino,
–donde también nosotros esperamos reinar un día contigo.
Con
el gozo de sabernos hijos de Dios, acudamos a nuestro
Padre:
Padre
nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como
también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
ORACIÓN
Te
damos gracias, Señor, Dios todopoderoso, porque has permitido que llegáramos
a esta noche; te pedimos quieras aceptar con agrado el alzar de nuestras
manos como ofrenda de la tarde. Por
nuestro Señor Jesucristo.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.