V.
Dios mío, ven en mi auxilio.
R.
Señor,
date prisa en socorrerme.
Gloria
al Padre, y
al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Aleluya.
HIMNO
Y dijo el Señor Dios en el principio:
«¡Que sea la luz!» Y fue la luz primera.
Y vio el Señor
que las cosas eran buenas:
¡Aleluya!
Y dijo Dios: «¡Que exista el firmamento!»
Y el cielo abrió su bóveda perfecta.
Y vio el Señor
que las cosas eran buenas:
¡Aleluya!
Y dijo Dios: «¡Que existan los océanos,
y emerjan los cimientos de la tierra!»
Y vio el Señor
que las cosas eran buenas:
¡Aleluya!
y dijo Dios: «¡Que brote hierba verde,
y el campo dé semillas y cosechas!»
Y vio el Señor
que las cosas eran buenas:
¡Aleluya!
Y dijo Dios: «¡Que el cielo se ilumine,
y nazca el sol, la luna y las estrellas!»
Y vio el Señor
que las cosas eran buenas:
¡Aleluya!
y dijo Dios: «¡Que bulla el mar de peces;
de pájaros, el aire del planeta!»
Y vio el Señor
que las cosas eran buenas:
¡Aleluya!
y dijo Dios: «¡Hagamos hoy al hombre,
a semejanza nuestra, a imagen nuestra!»
Y vio el Señor
que las cosas eran buenas:
¡Aleluya!
Y descansó el Señor el día séptimo.
Y el hombre continúa su tarea.
Y vio el Señor
que las cosas eran buenas.
¡Aleluya! Amén.
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SALMODIA
Ant. 1.
Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
Salmo
135 Himno pascual
Alabar a Dios es narrar sus maravillas (Casiano)
I
Dad gracias al Señor porque es bueno:
porque es eterna su misericordia.
Dad gracias al Dios de los dioses:
porque es eterna su misericordia.
Dad gracias al Señor de los señores:
porque es eterna su misericordia.
Sólo él hizo grandes maravillas:
porque es eterna su misericordia.
Él hizo sabiamente los cielos:
porque es eterna su misericordia.
Él afianzó sobre las aguas la tierra:
porque es eterna su misericordia.
Él hizo lumbreras gigantes:
porque es eterna su misericordia.
El sol que gobierna el día:
porque es eterna su misericordia.
La luna que gobierna la noche:
porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los
siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
Ant. 2.
Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente.
II
Él hirió a Egipto en sus primogénitos:
porque es eterna su misericordia.
Y sacó a Israel de aquel país:
porque es eterna su misericordia.
Con mano poderosa, con brazo extendido:
porque es eterna su misericordia.
El dividió en dos partes el mar Rojo:
porque es eterna su misericordia.
Y condujo por en medio a Israel:
porque es eterna su misericordia.
Arrojó en el mar Rojo al Faraón:
porque es eterna su misericordia.
Guió por el desierto a su pueblo:
porque es eterna su misericordia.
Él hirió a reyes famosos:
porque es eterna su misericordia.
Dio muerte a reyes poderosos:
porque es eterna su misericordia.
A Sijón, rey de los amorreos:
porque es eterna su misericordia.
Y a Hog, rey de Basán:
porque es eterna su misericordia.
Les dio su tierra en heredad:
porque es eterna su misericordia.
En heredad a Israel su siervo:
porque es eterna su misericordia.
En nuestra humillación, se acordó de nosotros:
porque es eterna su misericordia.
Y nos libró de nuestros opresores:
porque es eterna su misericordia.
Él da alimento a todo viviente:
porque es eterna su misericordia.
Dad gracias al Dios del cielo:
porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant.
Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente.
Ant. 3.
Cuando llegó el momento culminante, Dios recapituló todas las cosas en
Cristo.
Cántico Ef 1, 3-10 El Dios salvador
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Cuando llegó el momento culminante, Dios recapituló todas las cosas en
Cristo.
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