El cántico de alabanza que resuena eternamente en las moradas celestiales y que Jesucristo, sumo Sacerdote, introdujo en este destierro ha sido continuado fiel y constantemente por la Iglesia situando a Dios como centro de nuestra vida durante todas las horas del día -Liturgia de las horas- y todos los días del año -Lectio Divina- Si quiere recibirla diariamente, por favor, apúntese aquí |
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LECTIO DIVINA DE AYER
DOMINGO 15 DE SEPTIEMBRE DE 2024
LITURGIA DE LAS HORAS CORRESPONDIENTE AL DOMINGO SEMANA IV DEL SALTERIO
LECTIO DIVINA correspondiente al Domingo XXIV del tiempo ordinario
Nuestra Señora la Virgen de los Dolores.- La devoción a la Virgen de los Dolores se remonta a los primeros años del segundo milenio, como desarrollo de la "compasión" con María Iuxta crucem Jesu. Esta devoción fue formulada litúrgicamente en tierras germanas, concretamente en Colonia, el año 1423. Sixto IV insertó en el misal romano la memoria de Nuestra Señora de la Piedad. La atención hacia María "dolorosa" se fue desarrollando gradualmente en la forma de los Siete Dolores, representados en las siete espadas que traspasan el corazón de la madre de Cristo. La extensión a la Iglesia latina en 1727 fue favorecida por los Siervos de María, que la celebraban desde 1668. La colocación en el 15 de septiembre se remonta a Pío X (1903-1914). En el calendario litúrgico de 1969 se la denomina memoria de Nuestra Señora la Virgen de los Dolores. Refiriéndose a esta celebración, escribía Pablo VI que es «ocasión propicia para revivir un momento decisivo de la historia de la salvación y para venerar junto con el Hijo exaltado en la Cruz a la Madre que comparte su dolor».- Oración: Señor, tú has querido que la Madre compartiera los dolores de tu Hijo al pie de la cruz; haz que la Iglesia, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar de su resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
LECTIO
Primera lectura: Isaías 50,5-9a
5 El Señor me ha abierto el oído y yo no me he resistido ni me he echado atrás.
6 Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, mis mejillas a los que mesaban mi barba; no volví la cara ante los insultos y salivazos.
7 El Señor me ayuda, por eso soportaba los ultrajes, por eso endurecí mi rostro como el pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.
8 Mi defensor está cerca, quién me quiere denunciar? !Comparezcamos juntos! Quién me va a acusar? !Qué venga a decírmelo!
9 Sabed que me ayuda el Señor: Quién me condenará?
**• Este fragmento forma parte del llamado "Tercer canto del Siervo de YHWH" (IS 50,4-11). La misteriosa figura del "siervo" (un profeta?, el pueblo de Israel?) está presentada como la de un discípulo fiel. El Señor le ha hecho capaz de escuchar la Palabra (v. 5) que le dirige a diario a fin de que la transmita a los hombres de su tiempo, en los cuales han disminuido la fuerza y la confianza (v. 4). La fidelidad del discípulo a la misión recibida encuentra la oposición de aquellos a quienes ha sido enviado. Latigazos, ultrajes (mesar la barba), insultos y salivazos: la persecución se ensaña con la persona del anónimo siervo, pero él no se echa atrás (v. 6), fortalecido con la certeza de que YHWH está cerca de él.
No verá decepcionada su confianza: por eso puede hacer frente a sus enemigos de manera resuelta (v. 7) e incluso desafiarles llamándoles a juicio (v. 8). El Señor le ayuda (v. 9a) y le hace justicia (v. 8a). Todo intento perverso de acusar y condenar al siervo resultará vano (vv. 8b.9a), porque Dios es testigo y garante de su justicia e inocencia.
Salmo
responsorial
Caminaré
en presencia del Señor en el país de los vivos
Salmo 114, 1-2. 3-4. 5-6. 8-9
Amo
al Señor,
porque escucha mi voz suplicante,
porque
inclina su oído hacia mí
el día que lo
invoco.
Me
envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del
abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el
nombre del Señor:
<<Señor, salva mi vida>>.
El
Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el
Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas, me
salvó.
Arrancó
mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies
de la caída.
Caminaré en presencia del Señor
en
el país de los vivos.
Segunda lectura: Santiago 2,14-18
14 De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe si no tiene obras? Podrá acaso salvarle la fe?
15 Si un hermano o una hermana están desnudos y faltos del alimento cotidiano,
16 y uno de vosotros les dice: "Id en paz, calentaos y saciaos", pero no les da lo necesario para su cuerpo, de qué sirve?
17 Así también la fe: si no tiene obras, está muerta en sí misma.
18 También se puede decir: "Tú tienes fe, yo tengo obras; muéstrame tu fe sin las obras, que yo por las obras te haré ver mi fe".
*•• Existe una preocupación central en la carta de Santiago: la fractura que opone, por una parte, a la Palabra de Dios escuchada y la fe proclamada y, por otra, la vida cotidiana. Se trata de una fractura que no sólo impide conseguir la salvación (v. 14), sino que procura la muerte produciendo la ilusión de lo contrario.
Este pasaje ha sido leído por algunos como antítesis a la teología paulina de la salvación por mediación exclusiva de la fe. En realidad, es más correcto leer las vigorosas afirmaciones de Santiago como una llamada lanzada a los que, radicalizando las palabras de Pablo, las tergiversan, como si la relación con Dios se agotara en una adhesión interior a él. La fe auténtica, por el contrario, no puede dejar de manifestarse en gestos de amor, que obedecen a la Palabra del Señor. De otro modo, la fe resulta ineficaz, falsa: una ilusión (v. 17). Igualmente, sería inexistente -si no sarcástico- un amor afirmado de palabra que no prestara ayuda concreta a la persona amada (vv. 15ss).
Santiago se sitúa aquí en la misma línea que la parábola del juicio narrada por el evangelista Mateo (cf. Mt 25,31-46): reconoce como seguidores de Jesús a los que, aun sin tener una fe explícita en su presencia, han socorrido a los necesitados, a los desamparados, a los despreciados... en sus necesidades. El apóstol Juan dice de una manera sintética en su primera carta: "Hijos míos, no amemos de palabra ni con la boca, sino con hechos y de verdad" (1 Jn 3,18). La fe o se traduce en vida de amor o simplemente no existe. Mientras que las obras revelan la fe de quien las realiza -sea consciente o inconsciente de lo que hace-, no es verdad lo recíproco (v. 18).
La salvación, por tanto, es don de Dios que ha de ser acogido creyendo en él, y las obras constituyen la respuesta positiva del hombre a ese don. "No todo el que me dice: !Señor, Señor! entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos" (Mt 7,21).
Evangelio: Marcos 8,27-35
En aquel tiempo,
27 Jesús salió con sus discípulos hacia las aldeas de Cesárea de Filipo y por el camino les preguntó: -Quién dice la gente que soy yo?
28 Ellos le contestaron: -Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, y otros, que uno de los profetas.
29 El siguió preguntándoles: -Y vosotros quién decís que soy yo? Pedro le respondió: -Tú eres el Mesías.
30 Entonces Jesús les prohibió terminantemente que hablaran a nadie acerca de él.
31 Jesús empezó a enseñarles que el Hijo del hombre debía padecer mucho, que sería rechazado por los ancianos, Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley; que lo matarían y, a los tres días, resucitaría.
32 Les hablaba con toda claridad. Entonces Pedro lo tomó aparte y se puso a increparle.
33 Pero Jesús se volvió y, mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole: -!Ponte detrás de mí, Satanás!, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres.
34 Después, Jesús reunió a la gente y a sus discípulos y les dijo: -Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga.
35 Porque el que quiera salvar su vida la perderá, pero el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia la salvará.
*• Con este pasaje llega a un punto de atraque el itinerario que el evangelio de Marcos ha propuesto hasta aquí. Mediante el relato de las acciones de Jesús y las palabras con que las acompaña, el evangelista ha intentado hacer emerger la respuesta a la pregunta fundamental sobre la identidad de Jesús, cuyo nombre se había hecho famoso (cf. Me 6,14). Ahora es el mismo Jesús quien explicita la pregunta: "Quién dice la gente que soy yo?" (v. 27). El grupo de los discípulos, erigiéndose en portavoz de las expectativas mesiánicas de Israel, refiere que Jesús es considerado como Juan el Bautista, o bien Elías -cuyo retorno debía preceder a la venida del Mesías (cf. Mal 3,1)- o algún profeta, cuya falta ya se advertía desde hacía mucho tiempo.
Y cuando Jesús plantea la pregunta directa: "Y vosotros, quién decís que soy yo?" (v. 29), Pedro, prototipo del discípulo, profesa su propia fe en Jesús reconociéndolo como Cristo, es decir, "mesías", "salvador". Los gestos que Jesús ha realizado, y que Marcos ha narrado en los ocho primeros capítulos de su evangelio, manifiestan el cumplimiento de las profecías mesiánicas. De este modo encuentra su explicación el primer atributo con el que el evangelista calificó a Jesús en el comienzo de su libro (cf. Me 1,1b).
De ahora en adelante, su relato empieza a dar razón del segundo atributo: "Hijo de Dios" (Mc 1,1c). Esta segunda parte del evangelio, que será ratificada con otra profesión de fe, la de un pagano (el centurión: cf. 15,39), se abre con la autopresentación de Jesús, que esboza el modo como entiende y vive su propio mesiazgo: no como triunfo o éxito, sino como humillación y sufrimiento (v. 31). Con su reacción (v. 32), Pedro se muestra ahora como prototipo de quien sigue una lógica diferente respecto a la de Dios, a la que se opone como Satanás. Jesús se muestra resuelto cuando recuerda a Pedro su lugar, que es detrás de él, único Maestro (v. 33), y cuando precisa a todos las condiciones necesarias para ser discípulo suyo. Es menester dar la vuelta al propio modo de pensar de cada uno, a la imagen de Dios que se ha construido, a los objetivos que se había fijado. Es preciso seguir los pasos de Jesús. Hace falta proyectar nuestra - existencia no como posesión egoísta y autosatisfactoria, sino como entrega (vv. 34ss).
MEDITATIO
Quién es para mí Jesús? La pregunta nos viene dirigida directamente. Nosotros somos hoy los discípulos que, habiendo vivido con Jesús, están invitados a pronunciarse sobre él. Puede resultar sencillo repetir una fórmula aprendida en el catecismo o asumir una posición aceptable por la mayoría sin una excesiva implicación personal: Jesús es el Señor, Jesús es un gran hombre, Jesús es el protector de los débiles... Quién es para mí Jesús? Toda respuesta suena vacía si no afecta a mi vida, si no expresa mi compromiso con él. Sí, Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre, el que nos ha revelado el amor del Padre por todos y en particular por los indefensos. Reconocerle y aceptarle como tal, invocarle como Señor, adquiere su significado pleno si, en consecuencia, le sigo en su camino. El amor que Jesús nos da y nos hace conocer es el amor de quien da la vida por los otros y paga cualquier precio con tal de permanecer fiel a ese amor. Jesús es verdaderamente nuestro Señor, si nosotros, dejando de lado nuestros proyectos mezquinos, asumimos el suyo, sin dejarnos condicionar por la mentalidad corriente, absolutamente centrada en el beneficio y en el culto a nosotros mismos.
Nuestras obras expresan la verdad de nuestra decisión, de nuestra respuesta a la pregunta sobre la identidad de Jesús.
ORATIO
Perdóname, Señor Jesús: también hoy he tenido miedo del rechazo y de la burla. No he conseguido seguirte en tu camino y me he rebajado a pactos con los criterios que, en este mundo, permiten estar de la parte de los vencedores. Tú elegiste el amor y fuiste escarnecido, no te creyeron y, por último, te mataron. Nunca dejaste de amar ni de demostrar amor: lo que decías lo ponías en práctica. Fuiste un derrotado para las crónicas mundanas, pero en el silencio de una aurora de primavera, resucitaste de la muerte. El amor, nos dijiste, es la única salvación, y creer en ti derrota todo abuso, todo egoísmo tiránico.
Perdóname, Señor Jesús, cuando expreso mi fe sólo de palabra, cuando me refugio en el escondite del "así hacen todos", en vez de saborear los espacios abiertos de tus caminos, a lo largo de los cuales se experimenta la alegría de dar la vida por los hermanos.
CONTEMPLATIO
Quien se libera del hombre viejo y de sus obras reniega de sí mismo y puede decir: " Ya no soy yo el que vive, sino que es Cristo quien vive en mí"; toma, en efecto, su cruz y es un crucificado para el mundo. Y el que ha crucificado en sí mismo el mundo, ése sigue al Señor crucificado. Pedro, que se escandalizó con el anuncio de la muerte del Señor, fue regañado severamente por el mismo Jesús: de este modo, los discípulos se vieron invitados a renegar de sí mismos, a tomar su cruz y a seguir al Maestro con el ánimo de quien se encuentra siempre en peligro de muerte.
A las palabras amargas les siguen las alegres, y el Señor anuncia: "El Hijo del hombre vendrá en la gloria del Padre con sus ángeles". Si temes la muerte, escucha la gloria del que triunfa. Si te espanta la cruz, escucha el homenaje que le rinden los ángeles. "Y entonces", añade el Señor, "dará a cada uno según sus obras". No hay distinción entre judíos y paganos, entre hombres y mujeres, entre pobres y ricos, porque no son las personas, sino las obras las que serán sometidas a juicio (Jerónimo, Commento alvangelo di Matteo, Roma 1969, pp. 167ss).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Que yo muestre, Señor, con mis obras mi fe en ti".
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Quién es Jesucristo para Ignacio Silone? Es la expresión más elevada, más pura, más fecunda de la humanidad. En él se encarnan y se sintetizan esos valores que constituyen la base de toda civilización y que determinan la verdad -es decir, la autenticidad y la grandeza- de todo hombre.
No elaboró un sistema filosófico o teológico, ni siquiera fundó una religión; no estableció pactos con el poder, no lisonjeó los bajos instintos del hombre, no vaciló en proponer una doctrina moral fuera de todos los esquemas, incluso "escandalosa", no tuvo miedo de ir contracorriente ni de introducir el desorden. Encarnando su mensaje en su persona, proclamó algunas verdades "locas", aunque sublimes y fecundas. En L'aventura d'un povero cristiano, Pier Celestino dirige a Bonifacio VIII estas palabras: "Pero si se despoja al cristianismo de sus llamadas cosas absurdas para hacerlo agradable al mundo, tal como es, y apto para el ejercicio del poder, qué queda de él? Sabéis que la racionabilidad, el sentido común, las virtudes naturales existían, ya antes de Cristo, y se encuentran también ahora en muchos que no son cristianos. Qué es lo que Cristo nos ha traído de más? Precisamente, algunas cosas absurdas en apariencia. Nos ha dicho: amad la pobreza, amad a los humillados y a los ofendidos, amad a vuestros enemigos, no os preocupéis por el poder, por la carrera, por los honores; son cosas efímeras, indignas de almas inmortales..." (p. 244).
A causa de sus "absurdos", Jesús se ve o bien rechazado, o bien domesticado, o bien escarnecido. [El] prefirió el patíbulo de la cruz después de haber proclamado que quien quiera seguirle debe renegar de sí mismo y tomar su cruz. Pero los detentadores del sentido común y, sobre todo, los sacerdotes "cuentan con una experiencia secular en el arte de hacer la cruz inocua" (// seme sotto la nevé, p. 159). Aliándose con el poder, han reducido el cristianismo a instrumento de estabilidad social, pese a que aquél se fundamenta en la injusticia. Todo eso es traicionar a Cristo. Sustituyendo la imagen de Jesús crucificado y agonizante por la del Jesús "clerical, resucitado y triunfante", ha traicionado la Iglesia a su Señor. Afortunadamente para nosotros, no puede impedir "que, de vez en cuando, algunos cristianos sencillos tomen la cruz en serio y actúen como locos" (// seme sotto la nevé, p.159), ofreciéndose, a cuantos quieran verlo, como auténticos testigos de Jesús (F. Castelli, Volti ai Gesú nella letteratura moderna, Cinisello B. 1987).
V. Señor,
ábreme los labios.
R. Y
mi boca proclamará tu alabanza.
INVITATORIO
Que
todos los pueblos alaben al Señor
Sabed
que la salvación de Dios se envía a los gentiles (Hch
28, 28)
Ant. Adoremos
al Señor, creador nuestro.
El
Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre
nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu
salvación.
Ant. Adoremos
al Señor, creador nuestro.
Oh Dios, que te alaben los
pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Ant. Adoremos
al Señor, creador nuestro.
Que canten de alegría
las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los
pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la
tierra.
Ant. Adoremos
al Señor, creador nuestro.
Oh Dios, que te alaben los
pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Ant. Adoremos
al Señor, creador nuestro.
La tierra ha dado su
fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos
bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.
Ant. Adoremos
al Señor, creador nuestro.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Adoremos
al Señor, creador nuestro.
HIMNO
En
el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu,
salimos
de la noche y estrenamos la aurora;
saludamos el gozo de la luz
que nos llega
resucitada y resucitadora.
Tu mano acerca el
fuego a la tierra sombría,
y el rostro de las cosas se
alegra en tu presencia;
silabeas el alba igual que una palabra;
tú
pronuncias el mar como sentencia.
Regresa, desde el sueño,
el hombre a su memoria,
acude a su trabajo, madruga a sus
dolores;
le confías la tierra, y a la tarde la
encuentras
rica de pan y amarga de sudores.
y tú te
regocijas, oh Dios, y tú prolongas
en sus pequeñas
manos tus manos poderosas;
y estáis de cuerpo entero los
dos así creando,
los dos así velando por las
cosas.
!Bendita la mañana que trae la noticia
de tu
presencia joven, en gloria y poderío,
la serena certeza con
que el día proclama
que el sepulcro de Cristo está
vacío! Amén.
SALMODIA
Ant.
1. Dad
gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
Aleluya.
Salmo
117 Himno de acción de gracias después de
la victoria
Jesús
es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha
convertido en piedra angular (Hch 4,11)
Dad
gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su
misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su
misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su
misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es
su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me
escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor
está conmigo: no temo;
qué podrá hacerme el
hombre?
El Señor está conmigo y me
auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor
es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor
es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes.
Todos
los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los
rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del
Señor los rechacé;
me rodeaban como
avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del
Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban
para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor
es mi fuerza y mi energía,
él es mi
salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las
tiendas de los justos:
"La diestra del Señor es
poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra
del Señor es poderosa."
No he de morir,
viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me
castigó, me castigó el Señor,
pero no me
entregó a la muerte.
Abridme las puertas del
triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
–Ésta
es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por
ella.
–Te
doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La
piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra
angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un
milagro patente.
Éste es el día en que actuó
el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor,
danos la salvación;
Señor, danos
prosperidad.
–Bendito
el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la
casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos
ilumina.
–Ordenad
una procesión con ramos
hasta los ángulos del
altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío,
yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es
bueno,
porque es eterna su misericordia.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dad
gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
Aleluya.
Ant.
2. Aleluya.
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor.
Aleluya.
Cántico
Dn 3, 52-57 Que la creación entera alabe al
Señor
!Bendito
el Creador por siempre! (Rm 1,25)
Bendito
eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y
alabanza por los siglos.
Bendito tu nombre, santo y
glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.
Bendito
eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por
los siglos.
Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti
gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres tú, que
sentado sobre querubines
sondeas los abismos:
a ti gloria y
alabanza por los siglos.
Bendito eres en la bóveda del
cielo:
a ti honor y alabanza por los siglos.
Criaturas
todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con
himnos por los siglos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya.
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor.
Aleluya.
Ant.
3. Todo
ser que alienta alabe al Señor. Aleluya.
Salmo
150 Alabad al Señor
Salmodiad
con el espíritu, salmodiad con toda vuestra mente, es decir,
glorificad a Dios con el cuerpo y con el alma (Hesiquio)
Alabad
al Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte
firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo
por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo
con arpas y cítaras,
alabadlo con tambores y
danzas,
alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con
platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo
ser que alienta alabe al Señor.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Todo
ser que alienta alabe al Señor. Aleluya.
LECTURA
BREVE 2
Tm 2, 8. 11-13
Haz
memoria de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, nacido del
linaje de David. Es doctrina segura: Si morimos con él,
viviremos con él. Si perseveramos, reinaremos con él.
Si lo negamos, también él nos negará. Si somos
infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí
mismo.
RESPONSORIO
BREVE
R.
Te damos gracias, oh Dios, * Invocando
tu nombre.
Te damos gracias, oh Dios, invocando tu
nombre.
V. Contando
tus maravillas. * Invocando
tu nombre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Te damos gracias, oh Dios, invocando tu nombre.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.Dichosos
los limpios de corazón,porque
ellos verán
a Dios.
Benedictus
Lc 1, 68-79
El
Mesías y su Precursor
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido
a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en
la casa de David, su siervo,
según lo había predicho
desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la
salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano
de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo
con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento
que juró a nuestro padre Abrahán
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los
enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia,
todos nuestros días.
Y a ti, niño,te llamarán
profeta del Altísimo,
porque irás delante del
Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la
salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará
el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en
tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por
el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant.Dichosos
los limpios de corazón,
porque ellos verán
a Dios.
PRECES
Dios
nos ama y sabe lo que nos hace falta; aclamemos, pues, su poder y su
bondad, abriendo, gozosos, nuestros corazones a la alabanza:
Te
alabamos, Señor, y confiamos en ti.
Te
bendecimos, Dios todopoderoso, Rey del universo, porque a nosotros,
injustos y pecadores, nos has llamado al conocimiento de la
verdad;
–haz
que te sirvamos con santidad y justicia.
Vuélvete hacia
nosotros, oh Dios, tú que has querido abrirnos la puerta de tu
misericordia,
–y
haz que nunca nos apartemos del camino que lleva a la vida.
Ya
que hoy celebramos la resurrección
del Hijo de tu amor,
–haz
que este día transcurra lleno de gozo espiritual.
Da,
Señor, a tus fieles el espíritu de oración y de
alabanza,
–para
que en toda ocasión te demos gracias.
Movidos ahora
todos por el mismo Espíritu que nos da Cristo resucitado,
acudamos a Dios, de quien somos verdaderos hijos,
diciendo:
Padrenuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga
a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como
en el cielo.
Danos
hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como
también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no
nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
ORACIÓN
Señor, concédenos amarte con todo el corazón y que nuestro amor se extienda también a todos los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo.
CONCLUSIÓN
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la
vida eterna.
R. Amén.
TERCIA, SEXTA, NONA
V. Dios
mío, ven en mi auxilio.
R. Señor,
date prisa en socorrerme.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. Amén. Aleluya.
HIMNO
Dame,
Señor, la firme voluntad,
compañera y sostén
de la virtud;
la que sabe en el golfo hallar quietud
y, en
medio de las sombras, claridad;
la que trueca en tesón
la veleidad,
y el ocio en perennal solicitud,
y las ásperas
fiebres en salud,
y los torpes engaños en verdad.
Y
así conseguirá mi corazón
que los favores que
a tu amor debí
le ofrezcan algún fruto en
galardón...
Y aun tú, Señor, conseguirás
así
que no llegue a romper mi confusión
la imagen
tuya que pusiste en mí.
Gloria al Padre, y al Hijo, y
al Espíritu,
por los siglos de los siglos. Amén.
SALMODIA
Ant.
1. El
que come este pan vivirá para siempre. Aleluya.
Salmo
22 El buen pastor
El
Cordero será su pastor, y los conducirá hacia fuentes
de aguas vivas (Ap 7, 17)
El
Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me
hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara
mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor
de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada
temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me
sosiegan.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis
enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
Tu
bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días
de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por
años sin término.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El
que come este pan vivirá para siempre. Aleluya.
Ant.
2. Vendrá
el Señor, para que en sus santos se manifiesten su gloria y
sus maravillas. Aleluya.
Salmo
75 Acción de gracias por la victoria
Verán
al Hijo del hombre venir sobre las nubes (Mt 24, 30)
I
Dios
se manifiesta en Judá,
su fama es grande en Israel;
su
tabernáculo está en Jerusalén,
su morada en
Sión:
allí quebró los relámpagos del
arco,
el escudo, la espada y la guerra.
Tú eres
deslumbrante, magnífico,
con montones de botín
conquistados.
Los valientes duermen su sueño,
y a los
guerreros no les responden sus brazos.
Con un bramido, oh Dios de
Jacob,
inmovilizaste carros y caballos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vendrá
el Señor, para que en sus santos se manifiesten su gloria y
sus maravillas. Aleluya.
Ant.
3. Haced
votos y traed tributo al Señor, vuestro Dios. Aleluya.
II
Tú
eres terrible: quién resiste frente a ti
al ímpetu
de tu ira?
Desde el cielo proclamas la sentencia:
la tierra
teme sobrecogida,
cuando Dios se pone en pie para juzgar,
para
salvar a los humildes de la tierra.
La cólera humana
tendrá que alabarte,
los que sobrevivan al castigo te
rodearán.
Haced votos al Señor y cumplidlos,
y
traigan los vasallos tributo al Temible:
él deja sin
aliento a los príncipes,
y es temible para los reyes del
orbe.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Haced
votos y traed tributo al Señor, vuestro Dios.
Aleluya.
TERCIA
LECTURA
BREVE 1Co
6, 19-20
No
sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo?
El habita en vosotros porque lo habéis recibido de Dios. No os
poseéis en propiedad, porque os han comprado pagando un precio
por vosotros. Por tanto, !glorificad a Dios con vuestro
cuerpo!
V. Mi
alma se consume y anhela los atrios del Señor.
R. Mi
corazón y mi carne retozan por el Dios vivo.
SEXTA
LECTURA
BREVE Dt
10, 12
Qué
es lo que te exige el Señor, tu Dios? Que temas al Señor,
tu Dios, que sigas sus caminos y lo ames, que sirvas al Señor,
tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma.
V. Señor,
quién puede hospedarse en tu tienda?
R. El
que procede honradamente y tiene intenciones leales.
NONA
LECTURA
BREVEt
8, 6b-7a
Es
fuerte el amor como la muerte, es cruel la pasión como el
abismo; es centella de fuego, llamarada divina; las aguas
torrenciales no podrán apagar el amor, ni anegarlo los
ríos.
V. Yo
te amo, Señor, tú eres mi fortaleza.
R. Escudo
mío, mi fuerza salvadora.
ORACIÓN
Señor,
concédenos amarte con todo el corazón
y que nuestro amor se extienda también a todos los hombres.
Por nuestro Señor
Jesucristo.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos
al Señor.
R. Demos
gracias a Dios.
V. Dios
mío, ven en mi auxilio.
R. Señor,
date prisa en socorrerme.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en
el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. Amén. Aleluya.
HIMNO
Cuando
la muerte sea vencida
y estemos libres en el reino;
cuando la
nueva tierra nazca
en la gloria del nuevo cielo,
cuando
tengamos la alegría
con un seguro entendimiento
y el
aire sea como una luz
para las almas y los cuerpos,
entonces,
sólo entonces, estaremos contentos.
Cuando veamos cara
a cara
lo que hemos visto en un espejo
y sepamos que la
bondad
y la belleza están de acuerdo,
cuando, al mirar
lo que quisimos,
lo veamos claro y perfecto
y sepamos que ha de
durar,
sin pasión, sin aburrimiento,
entonces, sólo
entonces, estaremos contentos.
Cuando vivamos en la
plena
satisfacción de los deseos,
cuando el Rey nos ame
y nos mire,
para que nosotros le amemos,
y podamos hablar con
él
sin palabras, cuando gocemos
de la compañía
feliz
de los que aquí tuvimos lejos,
entonces, sólo
entonces, estaremos contentos.
Cuando un suspiro de
alegría
nos llene, sin cesar, el pecho,
entonces –siempre,
siempre–,
entonces
seremos bien lo que seremos.
Gloria a Dios Padre,
que nos hizo,
gloria a Dios Hijo, que es su Verbo,
gloria al
Espíritu divino,
gloria en la tierra y en el cielo. Amén.
SALMODIA
Ant.
1. Yo
mismo te engendré, entre esplendores sagrados, antes de la
aurora. Aleluya.
Salmo
109, 1-5. 7 El Mesías, Rey y Sacerdote
Cristo
tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus
pies (1Co 15, 25)
Oráculo
del Señor a mi Señor:
"Siéntate a mi
derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus
pies."
Desde Sión extenderá el Señor
el
poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
"Eres
príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre
esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como
rocío,
antes de la aurora."
El Señor lo
ha jurado y no se arrepiente:
"Tú eres sacerdote
eterno,
según el rito de Melquisedec."
El Señor
a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los
reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso
levantará la cabeza.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo
mismo te engendré, entre esplendores sagrados, antes de la
aurora. Aleluya.
Ant.
2. Dichosos
los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán
saciados.
Salmo
111 Felicidad del justo
Caminad
como hijos de la luz: toda bondad, justicia y verdad son fruto de la
luz (Ef 5, 8-9)
Dichoso
quien teme al Señor
y ama de corazón sus
mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la
descendencia del justo será bendita.
En su casa habrá
riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En
las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y
compasivo.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra
rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su
recuerdo será perpetuo.
No temerá las malas
noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su
corazón está seguro, sin temor;
hasta que vea
derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres;
su
caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con
dignidad.
El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará
los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado
fracasará.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichosos
los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán
saciados.
Ant.
3. Alabad
al Señor, sus siervos todos, pequeños y grandes.
Aleluya.
Cántico
Cf. Ap 19, 1-2. 5-7 Las bodas del
Cordero
Aleluya.
La
salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque
sus juicios son verdaderos y justos.
Aleluya.
Alabad
al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis,
pequeños y grandes.
Aleluya.
Porque reina el Señor,
nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y
démosle gracias.
Aleluya.
Llegó la boda del
Cordero,
su esposa se ha embellecido.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabad
al Señor, sus siervos todos, pequeños y grandes.
Aleluya.
LECTURA
BREVE Hb
12, 22-24
Vosotros
os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo,
Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a
la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios,
juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino
y al Mediador de la nueva alianza, Jesús, y a la aspersión
purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.
RESPONSORIO
BREVE
R. Nuestro
Señor * Es
grande y poderoso.
Nuestro Señor es grande y
poderoso.
V. Su
sabiduría no tiene medida. * Es
grande y poderoso.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Nuestro Señor es grande y poderoso.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Dichosos
los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los
Hijos de Dios.
Magníficat
Lc 1, 46-55
Alegría
del alma en Señor
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu
en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su
esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las
generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
Él hace proezas
con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los
hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide
vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
–como
lo había prometido a nuestros padres–
en
favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Dichosos
los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los
Hijos de Dios.
PRECES
Alegrándonos
en el Señor, de quien viene todo don, digámosle:
Escucha,
Señor, nuestra oración.
Padre
y Señor de todos, que enviaste a tu Hijo al mundo para que tu
nombre fuese glorificado, desde donde sale el sol hasta el
ocaso,
–fortalece
el testimonio de tu Iglesia entre los pueblos.
Haznos dóciles
a la predicación de los apóstoles,
–y
sumisos a la verdad de nuestra fe.
Tú que amas a los
justos,
–haz
justicia a los oprimidos.
Liberta a los cautivos, abre los
ojos a los ciegos,
–endereza
a los que ya se doblan, guarda a los peregrinos.
Haz que los
que duermen ya el sueño de la paz
–lleguen,
por tu Hijo, a la santa resurrección.
Unidos entre
nosotros y con Jesucristo, y dispuestos a perdonarnos siempre unos a
otros, dirijamos al Padre nuestra súplica
confiada:
Padrenuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga
a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como
en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona
nuestras ofensas,
como
también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no
nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
ORACIÓN
Señor,
concédenos amarte con todo el corazón
y que nuestro amor se extienda también a todos los hombres.
Por nuestro Señor
Jesucristo.
CONCLUSIÓN
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la
vida eterna.
R. Amén.
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor,
date prisa en socorrerme.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada. Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos
y a vosotros, hermanos,
que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HIMNO
I
Gracias,
porque al fin del día
podemos
agradecerte
los méritos de tu muerte,
y el pan de la
eucaristía,
la plenitud de alegría
de haber
vivido tu alianza,
la
fe, el amor, la esperanza
y esta bondad en tu empeño
de
convertir nuestro sueño
en una humilde alabanza.
Gloria
al Padre, gloria al Hijo,
gloria
al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos.
Amén.
II
Nos
cubren las tinieblas
con su intangible velo;
nos acosa la noche
con sus ojos,
y reza el pensamiento.
Los astros en tus
bóvedas,
Señor
del universo,
vigilarán lo oscuro,
vigilarán
el sueño.
Nosotros dormiremos.
Amén.
SALMODIA
Ant. Al
amparo del Altísimo no temo el espanto
nocturno.
Salmo
90 A la sombra del Omnipotente
Os
he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones (Lc
10,19)
Tú
que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la
sombra del Omnipotente,
di al Señor: "Refugio mío,
alcázar mío,
Dios
mío, confío en ti."
Él
te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te
cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su
brazo es escudo y armadura.
No temerás el espanto
nocturno,
ni la flecha que vuela de día;
ni la peste que
se desliza en las tinieblas,
ni
la epidemia que devasta a mediodía.
Caerán a tu
izquierda mil,
Diez mil a tu derecha;
a ti no te
alcanzará,
Nada más mirar con tus ojos,
verás
la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu
refugio,
tomaste
al Altísimo por defensa.
No se te acercará la
desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque
a sus ángeles ha dado órdenes
para
que te guarden en tus caminos;
te
llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la
piedra;
caminarás sobre áspides y
víboras,
pisotearás leones y dragones.
"Se
puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré
porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con
él estaré en la tribulación,
lo defenderé,
lo glorificaré,
lo saciaré de largos días
y
le haré ver mi salvación."
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al
amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
LECTURA
BREVE Ap
22, 4-5
Verán
al Señor cara a cara y llevarán su nombre en la frente.
Ya no habrá más noche, ni necesitarán luz de
lámpara o del sol, porque el Señor Dios irradiará
luz sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.
RESPONSORIO
BREVE
R. A
tus manos, Señor, * Encomiendo
mi espíritu.
A
tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú,
el Dios leal, nos librarás. * Encomiendo.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
A
tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos,
protégenos
mientras dormimos,
para
que velemos con Cristo
y
descansemos en paz.
Nunc
dimittis Lc 2, 29-32
Cristo,
luz de las naciones y gloria de Israel
Ahora,
Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo
irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien
has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las
naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos,
protégenos mientras
dormimos,
para que velemos con Cristo
y descansemos en paz.
ORACIÓN
Humildemente
te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en
este día los misterios de la resurrección de tu Hijo,
sin temor alguno, descansemos en tu paz y mañana nos
levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Después
de las II Visperas de la solemnidades que no coinciden en
domingo:
Visita,
Señor, esta habitación: aleja de ella las insidias del
enemigo; que tus santos ángeles habiten en ella y nos guarden
en paz, y que tu bendición permanezca siempre con
nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor.
CONCLUSIÓN
El
Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una
muerte santa.
R. Amén
Antífona
final a la Santísima
Virgen María
Madre
del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre
abierta,
estrella del mar,
ven a librar al pueblo que
tropieza
y quiere levantarse.
Ante la admiración de
cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces
siempre virgen.
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y
ten piedad de nosotros, pecadores.
SÁBADO 14 DE SEPTIEMBRE DE 2024
LITURGIA DE LAS HORAS CORRESPONDIENTE AL SÁBADO SEMANA III DEL SALTERIO
LECTIO DIVINA correspondiente al 14 de septiembre, festividad de la
Exaltación de la Santa Cruz
Para la Iglesia es una fiesta del Señor, en la que celebramos el misterio de la cruz, la obra realizada por Cristo en ella. La imagen predominante es la de Jesús elevado en la cruz, que marca profundamente la vida y espiritualidad de los cristianos. Según la tradición, hoy es el aniversario del hallazgo de la santa Cruz (14 de septiembre del 320, por Santa Elena, madre del emperador Constantino) y de la dedicación de la basílica constantiniana levantada en el mismo lugar de la crucifixión del Señor. Cada año se celebraban en Jerusalén solemnes ceremonias que culminaban con la elevación del sagrado leño para que lo contemplase y adorase la multitud de fieles que se congregaba. En mayo del 614, Cosroas, rey de los persas, saqueó Jerusalén y se llevó la cruz a su país. Pero el emperador Heraclio derrotó a los persas, recuperó la cruz y la entregó solemnemente al patriarca de Jerusalén el 3 de mayo del 630. Esta recuperación llenó de entusiasmo a la Iglesia y particularmente a los latinos, que no tardaron en celebrar la fiesta de la santa Cruz en esta última fecha.- Oración: Señor, Dios nuestro, que has querido realizar la salvación de todos los hombres por medio de tu Hijo, muerto en la cruz, concédenos, te rogamos, a quienes hemos conocido en la tierra este misterio, alcanzar en el cielo los premios de la redención. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
LECTIO
Primera lectura: Número 21,4b-9
En aquellos días, el pueblo comenzó a impacientarse
5 y a murmurar contra el Señor y contra Moisés, diciendo: -Por qué nos habéis sacado de Egipto para hacernos morir en este desierto? No hay pan ni agua, y estamos ya hartos de este pan tan liviano.
6 El Señor envió entonces contra el pueblo serpientes muy venenosas que los mordían. Murió mucha gente de Israel,
7 y el pueblo fue a decir a Moisés: -Hemos pecado al murmurar contra el Señor y contra ti. Pide al Señor que aleje de nosotros las serpientes.
8 Moisés intercedió por el pueblo y el Señor le respondió: -Hazte una serpiente de bronce, ponla en un asta y todos los que hayan sido mordidos y la miren quedarán curados.
9 Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un asta. Cuando alguno era mordido por una serpiente, miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado.
**• El autor del libro de los Números narra en los capítulos 20-21 las últimas peripecias de los judíos en el desierto, antes de su entrada en la tierra prometida. El pueblo murmura porque no tiene lo que desea; se rebela, no soporta el cansancio del camino (v. 2) a causa del hambre {"estamos ya hartos de este pan tan liviano") y de la sed (v. 5). Cegado por tales molestias, no consigue reconocer el poder de Dios, ya no tiene fe en el Señor; más aún, le consideran como alguien que envenena la vida. Dios manifiesta su juicio de castigo respecto al pueblo enviando serpientes venenosas (v. 6). Frente a la experiencia de la muerte, los judíos reconocen el pecado cometido alejándose de Dios y piden perdón. Y como la serpiente con su mordedura resultaba letal, así ahora su imagen de bronce puesta encima de un asta se vuelve motivo de salvación física para todo el que hubiera sido mordido.
El evangelio de Juan reconocerá en la serpiente de bronce levantada por Moisés en el desierto la prefiguración profética del levantamiento del Hijo del hombre crucificado.
Salmo Responsorial
No olvidéis las acciones del Señor.
Salmo 77, 1-2. 34-35. 36-37. 38 .
Escucha,
pueblo mío, mi enseñanza,
inclina el oído a
las palabras de mi boca:
que voy a abrir mi boca a las
sentencias,
para que broten los enigmas del pasado.
R. No olvidéis las acciones del Señor.
Cuando
los hacía morir, lo buscaban,
y madrugaban para volverse
hacia Dios;
se acordaban de que Dios era su roca,
el Dios
altísimo su redentor.
R. No olvidéis las acciones del Señor.
Lo
adulaban con sus bocas,
pero sus lenguas mentían:
su
corazón no era sincero con él,
ni eran fieles a su
alianza.
R. No olvidéis las acciones del Señor.
Él,
en cambio, sentía lástima,
perdonaba la culpa y no
los destruía:
una y otra vez reprimió su cólera,
y
no despertaba todo su furor.
R. No olvidéis las acciones del Señor.
Evangelio: Juan 3,13-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
13 Nadie ha subido al cielo, a no ser el que vino de allí, es decir, el Hijo del hombre.
14 Lo mismo que Moisés levantó la serpiente de bronce en el desierto, el Hijo del hombre tiene que ser levantado en alto,
15 para que todo el que crea en él tenga vida eterna.
16 Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
17 Dios no envió a su Hijo al mundo para condenarlo, sino para salvarlo por medio de él.
**- Los vv. 13-17 del evangelio de Juan forman parte del extenso discurso que responde a la pregunta de Nicodemo y en el que pone de manifiesto la necesidad de la fe para tener la vida eterna y escapar del juicio de condena. Jesús, el Hijo del hombre (v. 13), procede del seno del Padre; es el que "vino de allí" (v. 13), el único que ha visto a Dios y puede comunicar su proyecto de amor, cuya realización se encuentra en el don del Hijo unigénito. Jesús se compara con la serpiente de bronce (cf. Nm 21,4-9), afirmando que el pleno cumplimiento de cuanto pasó en el desierto tendrá lugar cuando él sea levantado en alto, es decir, en la cruz (v. 14), para la salvación del mundo (v. 17). Todo el que le mire con fe, es decir, todo el que crea que el Cristo crucificado es el Hijo de Dios, el salvador, tendrá la vida eterna.
El hombre, al acoger en él el don del amor del Padre, pasa de la muerte del pecado a la vida eterna. Sobre el fondo de este texto aparece el cuarto canto del "Siervo de YHWH" (cf. Is 52,13ss), donde volvemos a encontrar unidos los verbos "levantar" y "glorificar". Se comprende, por tanto, que Juan quiere presentar la cruz, punto extremo de la ignominia, como cumbre de la gloria.
MEDITATIO
Cada vez que leemos la Palabra de Dios crece en nosotros la certeza de que Jesús da pleno cumplimiento a la historia del pueblo hebreo y a nuestra historia: en efecto, no vino a abolir, sino a dar cumplimiento. Jesús es aquel que ha bajado del cielo, aquel que conoce al Padre, que está en íntima unión con él ("El Padre y yo somos uno": Jn 10,30), y ha sido enviado por el Padre para revelar el misterio salvífico, el misterio de amor que se realizará con su muerte en la cruz. Jesús crucificado es la manifestación máxima de la gloria de Dios. Por eso, la cruz se convierte en símbolo de victoria, de don, de salvación, de amor.
Todo lo que podamos entender con la palabra "cruz" - a saber: el dolor, la injusticia, la persecución, la muerte - es incomprensible si lo miramos con ojos humanos.
Sin embargo, a los ojos de la fe y del amor aparece como medio de configuración con aquel que nos amó primero. Así las cosas, ya no vivimos el sufrimiento como un fin en sí mismo, sino que se convierte en participación en el misterio de Dios, camino que nos conduce a la salvación.
Sólo si creemos en Cristo crucificado, es decir, si nos abrimos a la acogida del misterio de Dios que se encarna y da la vida por toda criatura; sólo si nos situamos frente a la existencia con humildad, libres de dejarnos amar para ser a nuestra vez don para los hermanos, seremos capaces de recibir la salvación: participaremos en la vida divina de amor.
Celebrar la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz significa tomar conciencia en nuestra vida del amor de Dios Padre, que no ha dudado en enviarnos a Cristo Jesús: el Hijo que, despojado de su esplendor divino y hecho semejante a nosotros los hombres, dio su vida en la cruz por cada ser humano, creyente o incrédulo (cf. Flp 2,6-11). La cruz se vuelve el espejo en el que, reflejando nuestra imagen, podemos volver a encontrar el verdadero significado de la vida, las puertas de la esperanza, el lugar de la comunión renovada con Dios.
ORATIO
Oh cruz, inefable amor de Dios y gloria del cielo.
Cruz, salvación eterna; cruz, miedo de los réprobos.
Oh cruz, apoyo de los justos, luz de los cristianos,
por ti Dios encarnado se hizo esclavo en la tierra;
por medio de ti ha sido hecho en Dios rey en el cielo;
por ti ha salido la verdadera luz,
la noche maldita ha sido vencida.
Tú hiciste hundirse para los creyentes
el panteón de las naciones;
eres tú el alma de la paz
que une a los hombres en Cristo mediador.
Eres la escalera por la que el hombre sube al cielo.
Sé siempre para nosotros, tus fieles, columna y ancla;
rige nuestra morada.
Que en la cruz se consolide nuestra fe,
que en ella se prepare nuestra corona.
(Paulino de Ñola.)
CONTEMPLATIO
Elevándose, pues, a Dios a impulsos del ardor seráfico de sus deseos y transformado por su tierna compasión en aquel que a causa de su extremada caridad quiso ser crucificado: cierta mañana de un día próximo a la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, mientras oraba en uno de los flancos del monte, vió bajar de lo más alto del cielo a un serafín que tenía seis alas tan ígneas como resplandecientes. En vuelo rapidísimo avanzó hacia el lugar donde se encontraba el varón de Dios, deteniéndose en el aire. Apareció entonces entre las alas la efigie de un hombre crucificado, cuyas manos y pies estaban extendidos a modo de cruz y clavados a ella. Dos alas se alzaban sobre la cabeza, dos se extendían para volar y las otras dos restantes cubrían todo su cuerpo.
Ante tal aparición, quedó lleno de estupor el santo y experimentó en su corazón un gozo mezclado de dolor. Se alegraba, en efecto, con aquella graciosa mirada con que se veía contemplado por Cristo bajo la imagen de un serafín; pero, al mismo tiempo, el verlo clavado a la cruz era como una espada de dolor compasivo que atravesaba su alma.
Estaba sumamente admirado ante una visión tan misteriosa, sabiendo que el dolor de la pasión de ningún modo podía avenirse con la dicha inmortal de un serafín.
Por fin, el Señor le dio a entender que aquella visión le había sido presentada así por la divina Providencia para que el amigo de Cristo supiera de antemano que había de ser transformado totalmente en la imagen de Cristo crucificado no por el martirio de la carne, sino por el incendio de su espíritu.
Así sucedió, porque al desaparecer la visión dejó en su corazón un ardor maravilloso, y no fue menos maravillosa la efigie de las señales que imprimió en su carne ("Leyenda mayor", en Fuentes franciscanas, versión electrónica).
ACTIO
Repite a menudo y medita durante el día: "El Hijo del hombre tiene que ser levantado en la cruz, para que todo el que crea en él tenga vida eterna" (cf.Jn 3,14-15).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Jesús conquista a los hombres por la cruz, que se convierte en el centro de atracción, de salvación para toda la humanidad.
Quien no se rinde a Cristo crucificado y no cree en él no puede obtener la salvación. El hombre es redimido en el signo bendito de la cruz de Cristo: en ese signo es bautizado, confirmado, absuelto.
El primer signo que la Iglesia traza sobre el recién nacido y el último con el que conforta y bendice al moribundo es siempre el santo signo de la cruz. No se trata de un gesto simbólico, sino de una gran realidad.
La vida cristiana nace de la cruz de su Señor, el cristiano es engendrado por el Crucificado, y sólo adhiriéndose a la cruz de su Señor, confiando en los méritos de su pasión, puede salvarse.
Ahora bien, la fe en Cristo crucificado debe hacernos dar otro paso. El cristiano, redimido por la cruz, debe convencerse de que su misma vida debe estar marcada - y no sólo de una manera simbólica- por la cruz del Señor, o sea, que debe llevar su impronta viva. Si Jesús ha llevado la cruz y en ella se inmoló, quien quiera ser discípulo suyo no puede elegir otro camino: es el único que conduce a la salvación porque es el único que nos configura con Cristo muerto y resucitado.
La consideración de la cruz nunca debe ser separada de la consideración de la resurrección, que es su consecuencia y su epílogo supremo. El cristiano no ha sido redimido por un muerto, sino por un Resucitado de la muerte en la cruz; por eso, el hecho de que Jesús llevara la cruz debe ser confortado siempre con el pensamiento del Cristo crucificado y por el del Cristo resucitado (G. di S. M. Maddalena, Infinita divina, Roma 1980, pp. 342ss).
Ant. Venid,
adoremos al Señor, Dios soberano.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
INVITATORIO
Alegría
de los que entran en el templo
El
Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria (S.
Atanasio)
Ant. Venid,
adoremos al Señor, Dios soberano.
Aclama
al Señor, tierra entera,
servid al Señor con
alegría,
entrad en su presencia con vítores.
Ant. Venid,
adoremos al Señor, Dios soberano.
Sabed
que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos
suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Ant. Venid,
adoremos al Señor, Dios soberano.
Entrad
por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con
himnos,
dándole gracias y bendiciendo su
nombre:
Ant. Venid,
adoremos al Señor, Dios soberano.
"El
Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad
por todas las edades."
Ant. Venid,
adoremos al Señor, Dios soberano.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Venid,
adoremos al Señor, Dios soberano.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
HIMNO
Al
filo de los gallos,
viene la aurora;
los temores se alejan
como
las sombras:
!Dios, Padre nuestro,
en tu nombre dormimos
y
amanecemos!
Como luz nos visitas,
Rey de los hombres,
como
amor que vigila
siempre de noche;
cuando el que
duerme,
bajo el signo del sueño,
prueba la muerte.
Del
sueño del pecado
nos resucitas,
y es señal de tu
gracia
la luz amiga.
!Dios que nos velas!
Tú nos
sacas por gracia
de las tinieblas.
Gloria al Padre, y al
Hijo,
gloria al Espíritu,
al que es paz, luz y vida,
al
Uno y Trino;
gloria a su nombre
y al misterio divino
que
nos lo esconde. Amén.
SALMODIA
Ant.
1. Tú,
Señor, estás cerca, y todos tus mandatos son
estables.
Salmo
118, 145-152 XIX (Coph)
Te
invoco de todo corazón:
respóndeme, Señor, y
guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y
cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo
auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a
las vigilias,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu
misericordia,
con
tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos
perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú,
Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son
estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los
fundaste para siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú,
Señor, estás cerca, y todos tus mandatos son
estables.
Ant.
2. Mándame
tu sabiduría, Señor, para que me asista en mis
trabajos.
Cántico
Sb 9, 1-6. 9-11 Dame, Señor, la sabiduría
Os
daré palabras y sabiduría a las que no podrá
hacer frente... ningún adversario vuestro (Lc 21, 15)
Dios
de los padres y Señor de la misericordia,
que con tu
palabra hiciste todas las cosas,
y en tu sabiduría formaste
al hombre,
para que dominase sobre tus criaturas,
y para regir
el mundo con santidad y justicia,
y para administrar justicia con
rectitud de corazón.
Dame la sabiduría asistente
de tu trono
y no me excluyas del número de tus
siervos,
porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva,
hombre
débil y de pocos años,
demasiado pequeño para
conocer el juicio y las leyes.
Pues, aunque uno sea
perfecto
entre los hijos de los hombres,
sin la sabiduría,
que procede de ti,
será estimado en nada.
Contigo
está la sabiduría, conocedora de tus obras,
que te
asistió cuando hacías el mundo,
y que sabe lo que es
grato a tus ojos
y lo que es recto según tus
preceptos.
Mándala de tus santos cielos,
y de tu
trono de gloria envíala,
para que me asista en mis
trabajos
y venga yo a saber lo que te es grato.
Porque ella
conoce y entiende todas las cosas,
y me guiará
prudentemente en mis obras,
y me guardará en su
esplendor.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mándame
tu sabiduría, Señor, para que me asista en mis
trabajos.
Ant.
3. La
fidelidad del Señor dura por siempre.
Salmo
116 Invitación universal a la alabanza divina
Los
gentiles alaban a Dios por su misericordia (cf. Rm 15, 9)
Alabad
al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los
pueblos.
Firme es su misericordia con nosotros,
su
fidelidad dura por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La
fidelidad del Señor dura por siempre.
LECTURA
BREVE Flp
2, 14-15
Cualquier
cosa que hagáis, sea sin protestas ni discusiones: así
seréis irreprochables
y límpidos, hijos
de Dios sin tacha, en medio de una gente torcida y depravada, entre
la cual brilláis como lumbreras del mundo.
RESPONSORIO
BREVE
R. A
ti grito, Señor: * Tú
eres mi refugio.
A ti grito, Señor: tú eres mi
refugio.
V. Y
mi lote en el país de la vida. * Tú
eres mi refugio.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
A ti grito, Señor: tú eres mi refugio.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Ilumina,
Señor, a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte.
Benedictus
Lc 1, 68-79
El
Mesías y su Precursor
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido
a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en
la casa de David, su siervo,
según lo había predicho
desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la
salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano
de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo
con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento
que juró a nuestro padre Abrahán
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los
enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia,
todos nuestros días.
Y a ti, niño,te llamarán
profeta del Altísimo,
porque irás delante del
Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la
salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará
el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en
tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por
el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Ilumina,
Señor, a los que viven en tinieblas y en sombra de
muerte.
PRECES
Invoquemos
a Dios, que colocó a María, madre de Cristo, por encima
de todas las criaturas celestiales y terrenas, diciendo con filial
confianza:
Mira
a la Madre de tu Hijo y escúchanos.
Padre
de misericordia, te damos gracias porque nos has dado a María
como madre y ejemplo;
–santifícanos,
por su intercesión.
Tú que hiciste que
María meditara tus palabras, guardándolas en su
corazón, y fuera siempre fidelísima esclava tuya,
–por
su intercesión, haz que también nosotros seamos, de
verdad, siervos y discípulos de tu Hijo.
Tú que
quisiste que María concibiera por obra del Espíritu
Santo,
–por
intercesión de María, otórganos los frutos de
este mismo Espíritu.
Tú que diste fuerza a María
para permanecer junto a la cruz, y la llenaste de alegría con
la resurrección de tu Hijo,
–por
intercesión de María, confórtanos en la
tribulación y reanima nuestra esperanza.
Concluyamos
nuestras súplicas con la oración que el mismo Señor
nos enseñó:
Padrenuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga
a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como
en el cielo.
Danos
hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como
también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no
nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
ORACIÓN
Oh
Dios, fuente y origen de nuestra salvación, haz que, mientras
dura nuestra vida aquí en la tierra, te alabemos
incesantemente y podamos así participar un día en la
alabanza eterna del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.
CONCLUSIÓN
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la
vida eterna.
R. Amén.
TERCIA, SEXTA, NONA
V. Dios
mío, ven en mi auxilio.
R. Señor,
date prisa en socorrerme.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. Amén. Aleluya.
HIMNO
Otra
vez –te
conozco– me
has llamado.
Y no es la hora, no; pero me avisas.
De nuevo
traen tus celestiales brisas
claros mensajes al acantilado
del
corazón, que, sordo a tu cuidado,
fortaleza de tierra
eleva, en prisas
de la sangre se mueve, en indecisas
torres,
arenas, se recrea, alzado.
Y tú llamas y llamas, y me
hieres,
y te pregunto aún, Señor, qué
quieres,
qué alto vienes a dar a mi jornada.
Perdóname,
si no te tengo dentro,
si no sé amar nuestro mortal
encuentro,
si no estoy preparado a tu llegada.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu,
por los siglos de los
siglos. Amén.
SALMODIA
Ant.
1. Da
fianza, Señor, en favor de tu siervo.
Salmo
118, 121-128 XVI (Ain)
Practico
la justicia y el derecho,
no me entregues a mis opresores;
da
fianza en favor de tu siervo,
que no me opriman los
insolentes;
mis ojos se consumen aguardando
tu salvación
y tu promesa de justicia.
Trata con misericordia a tu
siervo,
enséñame tus leyes;
yo soy tu siervo:
dame inteligencia,
y conoceré tus preceptos;
es hora de
que actúes, Señor:
han quebrantado tu voluntad.
Yo
amo tus mandatos,
más que el oro purísimo;
por
eso aprecio tus decretos
y detesto el camino de la
mentira.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Da
fianza, Señor, en favor de tu siervo.
Ant.
2. Contemplad
al Señor, y quedaréis radiantes.
Salmo
33 El Señor, salvación de los justos
Habéis
saboreado lo bueno que es el Señor (1P 2, 3)
I
Bendigo
al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre
en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que
los humildes lo escuchen y se alegren.
Proclamad conmigo la
grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo
consulté al Señor, y me respondió,
me libró
de todas mis ansias.
Contempladlo, y quedaréis
radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el
afligido invoca al Señor, él lo escucha,
y lo salva
de sus angustias.
El ángel del Señor acampa
en
torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es
el Señor,
dichoso el que se acoge a él.
Todos
sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que
le temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan
al Señor no carecen de nada.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Contemplad
al Señor, y quedaréis radiantes.
Ant.
3. El
Señor está cerca de los atribulados.
II
Venid,
hijos, escuchadme:
os instruiré en el temor del Señor;
hay
alguien que ame la vida
y desee días de
prosperidad?
Guarda tu lengua del mal,
tus labios de la
falsedad;
apártate del mal, obra el bien,
busca la paz y
corre tras ella.
Los ojos del Señor miran a los
justos,
sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor
se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su
memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo
libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los
atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra
muchos males,
de todos lo libra el Señor;
él
cuida de todos sus huesos,
y ni uno solo se quebrará.
La
maldad da muerte al malvado,
y los que odian al justo serán
castigados.
El Señor redime a sus siervos,
no será
castigado quien se acoge a él.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El
Señor está cerca de los atribulados.
TERCIA
LECTURA
BREVE 1S
15, 22
Quiere
el Señor sacrificios y holocaustos, o quiere que obedezcan al
Señor? Obedecer vale más que un sacrificio; ser dócil,
más que la grasa de carneros.
V. El
que me ofrece acción de gracias, ése me honra.
R. Al
que sigue buen camino le haré ver la salvación de
Dios.
ORACIÓN
Señor
Dios, Padre todopoderoso, infúndenos la luz del Espíritu
Santo, para que, libres de toda adversidad, podamos alegrarnos
siempre en tu alabanza. Por Jesucristo, nuestro Señor.
SEXTA
LECTURA
BREVE Ga
5, 26; 6, 2
No
seamos vanidosos, provocándonos unos a otros, envidiándonos
unos a otros. Arrimad todos el hombro a las cargas de los otros, que
con eso cumpliréis la ley de Cristo.
V. Ved
qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos
unidos.
R. Allí
manda el Señor la bendición.
ORACIÓN
Señor,
fuego ardiente de amor eterno, haz que, inflamados en tu amor, te
amemos a ti sobre todas las cosas y a nuestro prójimo por amor
tuyo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
NONA
LECTURA
BREVE Mi
6, 8
Hombre,
ya te han explicado lo que está bien, lo que el Señor
desea de ti: que defiendas el derecho y ames la lealtad, y que seas
humilde con tu Dios.
V. Mi
alegría es el camino de tus preceptos.
R. Señor,
no olvidaré tus palabras.
ORACIÓN
Escucha,
Señor, nuestra oración y danos la abundancia de tu paz,
para que, por intercesión de santa María, la Virgen,
después de haberte servido durante toda nuestra vida, podamos
presentarnos ante ti sin temor alguno. Por Jesucristo, nuestro Señor.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos
al Señor.
R. Demos
gracias a Dios.
V. Dios
mío, ven en mi auxilio.
R. Señor,
date prisa en socorrerme.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en
el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. Amén. Aleluya.
HIMNO
No
sé de dónde brota la tristeza que tengo.
Mi dolor se
arrodilla, como el tronco de un sauce,
sobre el agua del tiempo,
por donde voy y vengo,
casi fuera de madre, derramado en el
cauce.
Lo mejor de mi vida es el dolor. Tú sabes
cómo
soy; tú levantas esta carne que es mía;
tú,
esta luz que sonrosa las alas de las aves;
tú, esta noble
tristeza que llaman alegría.
Tú
me diste la gracia para vivir contigo;
tú me diste las
nubes como el amor humano;
y, al principio del tiempo, tú
me ofreciste el trigo,
con la primera alondra que nació de
tu mano.
Como el último rezo de un niño que
se duerme
y, con la voz nublada de sueño y de pureza,
se
vuelve hacia el silencio, yo quisiera volverme
hacia ti, y en tus
manos desmayar mi cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu,
por los siglos de los siglos. Amén.
SALMODIA
Ant.
1. Desead
la paz a Jerusalén.
Salmo
121 La ciudad santa de Jerusalén
Os
habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo,
Jerusalén del cielo (Hb 12, 22)
!Qué
alegría cuando me dijeron:
"Vamos a la casa del
Señor"!
Ya están pisando nuestros pies
tus
umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está
fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las
tribus,
las tribus del Señor,
según la
costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en
ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de
David.
Desead la paz a Jerusalén:
"Vivan
seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus
muros,
seguridad en tus palacios."
Por mis hermanos y
compañeros,
voy a decir: "La paz contigo."
Por
la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo
bien.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Desead
la paz a Jerusalén.
Ant.
2. Desde
la aurora hasta la noche, mi alma aguarda al Señor.
Salmo
129 Desde lo hondo a ti grito, Señor
Él
salvará a su pueblo de los pecados (Mt 1, 21)
Desde
lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi
voz;
estén tus oídos
atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de
los delitos, Señor,
quién podrá
resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así
infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor,
espera
en su palabra;
mi alma aguarda al Señor
más
que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como
el centinela la aurora;
porque del Señor viene la
misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá
a Israel
de todos sus delitos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Desde
la aurora hasta la noche, mi alma aguarda al Señor.
Ant.
3. Al
nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la
tierra. Aleluya.
Cántico
Flp 2, 6-11 Cristo, siervo de Dios, en su misterio
pascual
Cristo,
a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su
categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su
rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por
uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre
cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la
muerte,
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó
sobre todo
y
le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre";
de
modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el
cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua
proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios
Padre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al
nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la
tierra. Aleluya.
LECTURA
BREVE 2P
1, 19-21
Esto
nos confirma la palabra de los profetas, y hacéis muy bien en
prestarle atención, como a una lámpara que brilla en un
lugar oscuro, hasta que despunte el día, y el lucero nazca en
vuestros corazones. Ante todo, tened presente que ninguna predicción
de la Escritura está a merced de interpretaciones personales;
porque ninguna predicción antigua aconteció por
designio humano; hombres como eran, hablaron de parte de Dios,
movidos por el Espíritu Santo.
RESPONSORIO
BREVE
R. De
la salida del sol hasta su ocaso, * Alabado
sea el nombre del Señor.
De la salida del sol hasta su
ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
V. Su
gloria sobre los cielos. * Alabado
sea el nombre del Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
De la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Al
ver Jesús el gentío, subió a la montaña,
se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se
puso a hablar, enseñándoles.
Magníficat
Lc 1, 46-55
Alegría
del alma en Señor
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu
en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su
esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las
generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
Él hace proezas
con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los
hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide
vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
–como
lo había prometido a nuestros padres–
en
favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Al
ver Jesús el gentío, subió a la montaña,
se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se
puso a hablar, enseñándoles.
PRECES
Invoquemos
a Cristo, alegría de cuantos se refugian en él, y
digámosle:
Míranos
y escúchanos, Señor.
Testigo
fiel y primogénito de entre los muertos, que nos has librado
de nuestros pecados por tu sangre,
–no
permitas que olvidemos nunca tus beneficios.
Haz que aquellos
a quienes elegiste como mensajeros de tu Evangelio
–sean
siempre fieles y celosos administradores de los misterios del
reino.
Rey de la paz, concede abundantemente tu Espíritu
a los que gobiernan las naciones,
–para
que atiendan con interés a los pobres y postergados.
Sé
ayuda para cuantos son víctimas de cualquier segregación
por causa de su raza, color, condición social, lengua o
religión,
–y
haz que todos reconozcan su dignidad y respeten sus derechos.
A
los que han muerto en tu amor, dales también parte en tu
felicidad,
–con
María y con todos tus santos.
Porque Jesús
ha resucitado, todos somos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a
decir:
Padrenuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga
a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como
en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona
nuestras ofensas,
como
también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no
nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
ORACIÓN
Señor,
concédenos amarte con todo el corazón
y que nuestro amor se extienda también a todos los hombres.
Por nuestro Señor
Jesucristo.
CONCLUSIÓN
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la
vida eterna.
R. Amén.
DESPUÉS
DE LAS PRIMERAS VÍSPERAS
DEL DOMINGO Y DE LAS SOLEMNIDADES
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor,
date prisa en socorrerme.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada. Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos
y a vosotros, hermanos,
que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HIMNO
El
sueño, hermano de la muerte,
a su descanso nos
convida;
guárdanos tú, Señor, de suerte
que
despertemos a la vida.
Tu amor nos guía y nos
reprende
y por nosotros se desvela,
del enemigo nos defiende
y,
mientras dormimos, nos vela.
Te ofrecemos,
humildemente,
dolor, trabajo y alegría;
nuestra plegaria
balbuciente:
"Gracias, Señor, por este día."
Recibe,
Padre, la alabanza
del corazón que en ti confía
y
alimenta nuestra esperanza
de amanecer a tu gran Día.
Gloria
a Dios Padre, que nos hizo,
gloria a Dios Hijo Salvador,
gloria
al Espíritu divino:
tres Personas y un solo Dios.
Amén.
SALMODIA
Ant.
1. Ten
piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
Salmo
4 Acción de gracias
El
Señor hizo maravillas al resucitar a Jesucristo de entre los
muertos (S. Agustín)
Escúchame
cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el
aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi
oración.
Y vosotros, hasta cuándo ultrajaréis
mi honor,
amaréis la falsedad y buscaréis el
engaño?
Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi
favor,
y el Señor me escuchará cuando lo
invoque.
Temblad y no pequéis,
reflexionad en el
silencio de vuestro lecho;
ofreced sacrificios legítimos
y
confiad en el Señor.
Hay muchos que dicen: "Quién
nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de
nosotros?"
Pero tú, Señor, has puesto en mi
corazón más alegría
que si abundara en trigo
y en vino.
En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque
tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ten
piedad, de mí, Señor, y escucha mi oración.
Ant.
2. Durante
la noche, bendecid al Señor.
Salmo
133 Oración vespertina en el templo
Alabad
al Señor, sus siervos todos, los que le teméis,
pequeños y grandes (Ap 19,5)
Y
ahora bendecid al Señor,
los siervos del Señor,
los
que pasáis la noche
en la casa del Señor.
Levantad
las manos hacia el santuario
y bendecid al Señor.
El
Señor te bendiga desde Sión,
el que hizo cielo y
tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Durante
la noche, bendecid al Señor.
LECTURA
BREVE Dt
6, 4-7
Escucha,
Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás
al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el
alma, con todas la fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán
en tu memoria, se las repetirás a tus hijos y hablarás
de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.
RESPONSORIO
BREVE
R. A
tus manos, Señor, * Encomiendo
mi espíritu.
A tus manos, Señor, encomiendo mi
espíritu.
V. Tú,
el Dios leal, nos librarás. * Encomiendo.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
A tus
manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos,
protégenos mientras
dormimos,
para que velemos con Cristo
y descansemos en paz.
Nunc
dimittis Lc 2, 29-32
Cristo,
luz de las naciones y gloria de Israel
Ahora,
Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo
irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien
has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las
naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos,
protégenos mientras
dormimos,
para que velemos con Cristo
y descansemos en paz.
ORACIÓN
Guárdanos,
Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al
clarear el nuevo día, la celebración del domingo nos
llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo. Que
vive y reina por los siglos de los siglos.
Después
de las I Vísperas de las solemnidades que no coinciden en
domingo:
Visita,
Señor, esta habitación: aleja de ella las insidias del
enemigo; que tus santos ángeles habiten en ella y nos guarden
en paz, y que tu bendición permanezca siempre con nosotros.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
CONCLUSIÓN
El
Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una
muerte santa.
R. Amén.
Antífonas finales a la Santísima Virgen María
III
Salve,
Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve,
raíz; salve, puerta,
que dio paso a nuestra luz.
Alégrate,
virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, oh
hermosa doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
SAN ALBERTO DE JERUSALÉN (o de Vercelli). Nació de familia noble en Castel Gualtieri (Parma, Italia) el año 1149. De joven ingresó en el convento de los Canónigos Regulares de Mortara (Pavía), del que fue elegido prior en 1180. Fue elegido obispo de Bobbio en 1184, y trasladado al año siguiente a Vercelli, diócesis que gobernó veinte años. El Papa le encomendó misiones delicadas y fue mediador de paz entre ciudades. En 1205 los Canónigos Regulares del Santo Sepulcro lo eligieron Patriarca de Jerusalén e Inocencio III lo nombró legado suyo en Tierra Santa. Se estableció en Ptolemaida (San Juan de Acre) porque Jerusalén estaba ocupada por los sarracenos. Desarrolló una gran labor pacificadora entre los cristianos, y entre éstos y los no cristianos. Durante su patriarcado reunió a los ermitaños del Monte Carmelo y en 1209 les dio una Regla con la que tuvo origen de la Orden del Carmen, que lo venera como su legislador. El 14 de septiembre de 1214, durante la procesión de la Santa Cruz, el Maestre del Hospital del Espíritu Santo, a quien había reprochado su mala conducta, lo asesinó.
Exaltación de la Santa Cruz (V Dick)