SALMODIA
Ant. 1.
Que tu bondad me consuele según tu promesa.
Salmo 118, 73-80 X (Iod)
Tus manos me hicieron y me formaron:
instrúyeme para que aprenda tus mandatos;
tus fieles verán con alegría
que he esperado en tu palabra;
reconozco, Señor, que tus mandamientos son justos,
que con razón me hiciste sufrir.
Que tu bondad me consuele,
según la promesa hecha a tu siervo;
cuando me alcance tu compasión, viviré,
y mis delicias serán tu voluntad;
que se avergüencen los insolentes
del daño que me hacen;
yo meditaré tus decretos.
Vuelvan a mí tus fieles
que hacen caso de tus preceptos;
sea mi corazón perfecto en tus leyes,
así no quedaré avergonzado.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Que tu bondad me consuele según tu promesa.
Ant. 2.
Protégeme de mis agresores, Dios mío.
Salmo 58, 2-5. 10-11. 17-18
Oración pidiendo la protección de Dios contra los enemigos
Estas súplicas expresan la confianza del Salvador en su Padre (Eusebio
de Cesarea)
Líbrame de mi enemigo, Dios mío;
protégeme de mis agresores,
líbrame de los malhechores,
sálvame de los hombres sanguinarios.
Mira que me están acechando,
y me acosan los poderosos:
sin que yo haya pecado ni faltado, Señor,
sin culpa mía, avanzan para acometerme.
Despierta, ven a mi encuentro, mira:
tú, el Señor de los ejércitos,
el Dios de Israel.
Estoy velando contigo, fuerza mía,
porque tú, oh Dios, eres mi alcázar;
que tu favor se adelante, oh Dios,
y me haga ver la derrota del enemigo.
Pero yo cantaré tu fuerza,
por la mañana aclamaré tu misericordia;
porque has sido mi alcázar
y mi refugio en el peligro.
Y tocaré en tu honor, fuerza mía,
porque tú, oh Dios, eres mi alcázar.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Protégeme de mis agresores, Dios mío.
Ant. 3.
Dichoso el hombre a quien corrige Dios; él hiere y venda la herida.
Salmo 59 Oración después de una calamidad
En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: Yo he vencido al mundo (Jn
16, 33)
Oh Dios, nos rechazaste y rompiste nuestras filas;
estabas airado, pero restáuranos.
Has sacudido y agrietado el país:
repara sus grietas, que se desmorona.
Hiciste sufrir un desastre a tu pueblo,
dándole a beber un vino de vértigo;
diste a tus fieles la señal de desbandada,
haciéndolos huir de los arcos.
Para que se salven tus predilectos,
que tu mano salvadora nos responda.
Dios habló en su santuario:
«Triunfante ocuparé Siquén,
parcelaré el valle de Sucot;
mío es Galaad, mío Manasés,
Efraín es yelmo de mi cabeza,
Judá es mi cetro;
Moab, una jofaina para lavarme;
sobre Edom echo mi sandalia,
sobre Filistea canto victoria.»
Pero ¿quién me guiará a la plaza fuerte,
quién me conducirá a Edom,
si tú, oh Dios, nos has rechazado
y no sales ya con nuestras tropas?
Auxílianos contra el enemigo,
que la ayuda del hombre es inútil.
Con Dios haremos proezas,
él pisoteará a nuestros enemigos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dichoso el hombre a quien corrige Dios; él hiere y venda la herida.
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NONA
LECTURA
BREVE
Sb 1, 13-15
Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes. Todo lo creó
para que subsistiera; las criaturas del mundo son saludables: no hay en
ellas veneno de muerte, ni el abismo impera en la tierra. Porque la justicia
es inmortal.
V.
Arrancó el Señor mi alma de la muerte.
R.
Caminaré en su presencia en el país de la vida.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, que, colgado en la cruz, diste al ladrón arrepentido el
reino eterno, míranos a nosotros, que, como él, confesamos nuestras culpas,
y concédenos poder entrar también, como él, después de la muerte, en el
paraíso. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
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