V.
Dios mío, ven en mi auxilio.
R.
Señor,
date prisa en socorrerme.
Gloria
al Padre, y
al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Aleluya.
HIMNO
La noche no interrumpe
tu historia con el hombre;
La noche es tiempo
de salvación.
De noche descendía tu escala misteriosa
hasta la misma piedra donde Jacob dormía.
La noche es tiempo
de salvación.
De noche celebrabas la Pascua con tu pueblo,
mientras en las tinieblas volaba el exterminio.
La noche es tiempo
de salvación.
Abrahán contaba tribus de estrellas cada noche;
de noche prolongabas la voz de la promesa.
La noche es tiempo
de salvación.
De noche, por tres veces, oyó Samuel su nombre;
de noche eran los sueños tu lengua más profunda.
La noche es tiempo
de salvación.
De noche, en un pesebre, nacía tu Palabra;
de noche lo anunciaron el ángel y la estrella.
La noche es tiempo
de salvación.
La noche fue testigo de Cristo en el sepulcro;
la noche vio la gloria de su resurrección.
La noche es tiempo
de salvación.
De noche esperaremos tu vuelta repentina,
y encontrarás a punto la luz de nuestra lámpara.
La noche es tiempo
de salvación. Amén.
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SALMODIA
Ant. 1.
No podéis servir a Dios y al dinero.
Salmo 48 Vanidad de las riquezas
Difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos (Mt 19,23).
I
Oíd esto, todas las naciones;
escuchadlo, habitantes del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres;
mi boca hablará sabiamente,
y serán muy sensatas mis reflexiones;
prestaré oído al proverbio
y propondré mi problema al son de la cítara.
¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate?
Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará
para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa.
Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños.
El sepulcro es su morada perpetua
y su casa de edad en edad,
aunque hayan dado nombre a países.
El hombre no perdura en la opulencia,
sino que perece como los animales.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant.
No podéis servir a Dios y al dinero.
Ant 2.
«Atesorad tesoros en el cielo», dice el Señor.
II
Éste es el camino de los confiados,
el destino de los hombres satisfechos:
son un rebaño para el abismo,
la muerte es su pastor,
y bajan derechos a la tumba;
se desvanece su figura,
y el abismo es su casa.
Pero a mí, Dios me salva,
me saca de las garras del abismo
y me lleva consigo.
No te preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa:
cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él.
Aunque en vida se felicitaba:
«Ponderan lo bien que lo pasas»,
irá a reunirse con sus antepasados,
que no verán nunca la luz.
El hombre rico e inconsciente
es como un animal que perece.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant.
«Atesorad tesoros en el cielo», dice el Señor.
Ant. 3.
Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.
Cántico Ap 4, 11; 5,9.10.12 Himno de los redimidos
Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder;
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
De recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant.
Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.
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