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 LITURGIA DE LAS HORAS     

MARTES  -  SEMANA IV

  ORACIÓN DEL ATARDECER

VÍSPERAS
CONFERENCIA  EPISCOPAL  ESPAÑOLA

LITURGIA LAS HORAS DE HOY
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V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R.
Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén. Aleluya.

 

 

HIMNO
Atardece, anochece; el alma cesa
de agitarse en el mundo
como una mariposa sacudida.

La sombra fugitiva ya se esconde.
Un temblor vagabundo
en la penumbra deja su fatiga.

Y rezamos, muy juntos,
hacia dentro de un gozo sostenido,
Señor, por tu profundo
ser insomne que existe y nos cimienta.

Señor, gracias, que es tuyo
el universo aún; y cada hombre
hijo es, aunque errabundo,
al final de la tarde, fatigado,
se marcha hacia lo oscuro
de sí mismo; Se
ñor, te damos gracias
por este ocaso último.

Por este rezo súbito. Amén.

   
 

SALMODIA
Ant. Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha.

Salmo 136 1-6   Junto a los canales de Babilonia
Este destierro y esclavitud material hay que tomarlo como símbolo de la esclavitud espiritual (S. Hilario)


Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión;
en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras.

Allí los que nos deportaron
nos invitaban a cantar;
nuestros opresores, a divertirlos:
«Cantadnos un cantar de Sión.»

¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera!
Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha;

que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha.


Ant. 2. Te doy gracias, Señor, delante de los ángeles.

Salmo 137   Acción de gracias
Los reyes de la tierra llevarán a la ciudad santa su esplendor (cf. Ap 21, 24)


Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario,
daré gracias a tu nombre:

por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande.

El Señor es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio.

Cuando camino entre peligros,
me conservas la vida;
extiendes tu brazo contra la ira de mi enemigo,
y tu derecha me salva.

El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Te doy gracias, Señor, delante de los ángeles.


Ant. 3.
Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.

Cántico   Ap 4, 11; 5,9. 10. 12   Himno de los redimidos

Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.
 

 

LECTURA BREVE   Col 3, 16
La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda su sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Díos, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y c
ánticos inspirados.
 
 

RESPONSORIO BREVE
R. Me saciarás de gozo * En tu presencia, Señor.
Me saciar
ás de gozo en tu presencia, Señor.

V. De alegría perpetua a tu derecha. * En tu presencia, Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Me saciar
ás de gozo en tu presencia, Señor. 
 

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Haz con nosotros, Señor, obras grandes, porque eres poderoso, y tu nombre es santo.

Magníficat   Lc 1, 46-55
Alegr
ía del alma en el Señor

P
roclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
como lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
 

G
loria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
 
Ant.
Haz con nosotros, Señor; obras grandes, porque eres poderoso, y tu nombre es santo. 
 
 

PRECES
Invoquemos a Cristo, que da fuerza y poder a su pueblo, diciendo:
Señor, escúchanos.

Cristo, fortaleza nuestra, que nos has llamado a la luz de tu verdad,
concede a todos tus fieles fidelidad y constancia.

Haz, Señor, que los que gobiernan el mundo lo hagan conforme a tu querer,
y que sus decisiones vayan encaminadas a la consecución de la paz.

Tú que, con cinco panes, saciaste a la multitud,
enséñanos a socorrer, con nuestros bienes a los hambrientos.

Que los que tienen en su mano los destinos de los pueblos no cuiden: sólo del bienestar de su nación,
sino que piensen también en los otros pueblos.

Cuando vengas aquel día, para que en tus santos se manifieste tu gloria,
da a nuestros hermanos difuntos la resurrección y la vida feliz.


Todos juntos, en familia, repitamos las palabras que nos enseñó Jesús y oremos al Padre, diciendo:
 


Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos 
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

 
 

ORACIÓN
Puestos en oración ante ti, Señor, imploramos tu clemencia y te pedimos que los sentimientos de nuestro corazón concuerden siempre con las palabras de nuestra boca. Por nuestro Señor Jesucristo.

 
 

CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.